El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio es la demostración más alta, a nivel político, de la presencia en el Ecuador de un Estado que ha perdido la capacidad de cumplir uno de sus roles fundamentales, que es la protección de la integridad y la vida de sus ciudadanos; de un Estado que ha perdido el poder para hacer cumplir, incluso mediante el uso de la coerción, las normas jurídicas que deben regir en la sociedad; de un Estado que ha perdido la capacidad para mantener el orden y la seguridad frente a las bandas del crimen organizado; de un Estado que, en definitiva, debido precisamente a esto se muestra como un Estado fallido.
Aún más, debido a que la función de garantizar la seguridad de las personas corresponde primordialmente al Gobierno presidido por el Presidente de la República, pues es este el que asume la jefatura máxima de la Fuerza Pública, de manera mucho más específica se podría hablar de un Gobierno fallido; un Gobierno que no ha tenido un verdadero plan de seguridad, o si lo ha tenido este ha fracasado rotundamente; un fracaso evidenciado en el record de asesinatos por cada 100 mil habitantes (25 en 2022 y posiblemente más de 40 en el 2023), 12 masacres carcelarias, terror en varias ciudades de la costa, incremento de la delincuencia común y nuevas formas de delito (como las “vacunas” y los secuestros exprés).
Es en este contexto justamente que, luego del asesinato de Villavicencio, familiares de éste reclamaran al Gobierno y al Presidente, e incluso hablaran de un “complot” o de un “crimen de Estado”. Empero, otras voces también han hablado de un “crimen político”, lo que de comprobarse sólo podría explicarse que fue realizado para impedir la posibilidad del triunfo de la candidata correista en una sola vuelta, o para fortalecer las candidaturas que pugnan por quedar en segundo lugar y entrar a una segunda vuelta. Sin embargo, lo más probable sería que se consumó la amenaza que habría efectuado el jefe de una de las bandas narco delictivas, y que fuera denunciada hace pocos días por el propio Villavicencio.
En todo caso, lo más importante es que se haga una investigación rápida y profunda para identificar a los autores de este brutal crimen, y evitar así su manipulación político-electoral.