Me dueles Ecuador

Karina Elizabeth López Pino

Por mi profesión, amo las noticias y generarlas también, pero últimamente estas se han vuelto tan sorprendentes como tristes; la mayor parte de ellas corresponden a la crónica roja. Estamos normalizando la violencia que ha llegado al límite: muertes, asesinatos a plena luz del día, extorsiones, robos, caos y total inseguridad. Es evidente que no hay políticas públicas de seguridad. ¿Qué está haciendo el presidente Lasso?, acaso ¿calentando el puesto hasta que termine su período?

El pueblo se está matando; somos seres humanos enfrentándonos a los más desenfrenados bajos instintos. Cómo es que se va aceptando el hecho de vivir en medio de balaceras en las calles y viviendas de Daule, Guayaquil, Cuenca, Esmeraldas, Azogues, Quito. Se acabó el buen juicio, la moral, la cordura, la humanidad, la sensatez. ¿Qué estamos enseñando a nuestros niños y jóvenes? Pobres ellos y ellas, se están criando en un sistema tan inseguro donde la muerte, la sangre, la maldad está en su máximo rebrote. Con estos ejemplos, ¿qué esperamos de ellos?

¡Basta!, el estado psicológico de los ecuatorianos está afectado. Se sale de casa sin la plena seguridad de poder regresar. Caminar por las calles de nuestro país es un gran reto; puede ser que por capricho del destino una bala nos alcance frustrando todos nuestros sueños y proyectos. En estos días, a los creyentes, nos toca encomendarnos en Dios para salir librados de esas balas que recorren libremente las calles de nuestras hermosas ciudades.

Me pregunto, ¿cómo nuestras autoridades de turno pueden conciliar el sueño sabiendo que no están cumpliendo su trabajo? Los resultados hablan por sí solos. No son merecedores de esos sueldos dorados que, “ojo”, no les alcanza; pero al pueblo, a los que somos mayoría, sí nos toca sobrevivir con un sueldo básico y eso, considerando que estamos en el bando de los privilegiados que tienen la bendición de trabajar. Una mayoría ni a ese derecho accede.  

Entonces, Sr. Lasso con la mano en el corazón reconozca que nada de lo que prometió ha cumplido. Imagino lo que deben sentir los que confiaron en Usted al haberle dado su voto y convertirlo en presidente; un caprichito suyo, que nos está costando a todos los ecuatorianos. (O)