Sobre los electores

Eduardo Sánchez Sánchez

Un cimiento de la llamada DEMOCRACIA es un sistema de elecciones, mediante el cual los ciudadanos eligen sus autoridades. Se considera un mecanismo de vivir en armonía, en donde los gobernantes escuchan a los ciudadanos para alcanzar objetivos comunes, satisfaciendo así las necesidades más apremiantes de la población. Así como: seguridad, salud, seguridad alimentaria, orden jurídico, institucionalidad de sus estamentos, entre otras de trascendente importancia. La educación política debe ser elemental y el político tiene que contar con una hoja de vida pulcra y haber aprendido respecto de la praxis honesta y criteriosa, respetando a tiempo completo los intereses del pueblo elector y no estando sujeto a dictámenes particulares, de grupos oligopólicos, y peor aún, con influencia o intereses de mafias que laceran el futuro de los seres humanos y degradan jurisprudencia, moral y respeto por sus sociedades.

Debe primar la solidaridad, el pluralismo, la libertad, la justicia social, la igualdad, la tolerancia, la honestidad y todo aquello que beneficie a las mayorías. Lamentablemente, se estila seguir a un líder ungido y, ser el único en tomar decisiones en asuntos de mucha profundidad, ello nos conduce a caos, crisis, pugnas y crasos errores que fragmentan al pueblo, con lo cual la pesca a río revuelto es más fácil de practicar. Cerebros enfermos de poder que padecen de síndromes patológicos como el de Hubris, gestor de un ego desmedido y desprecio por las opiniones y necesidades de los demás.

Pueblo famélico de criterio selectivo, convencido por oportunistas en base a las falacias y engaños, tan intensos como el hambre en el tercer mundo, cuya población desconoce la verdad y sólo es conducida por una verborrea mendaz, consecuencia es la situación del país desde hace mucho tiempo. Las sombras cubrieron el firmamento de la Patria, por el magnicidio de un valiente ecuatoriano como FERNANDO VILLAVICENCIO V, que con su sangre buscó cambiar las estructuras corruptas. (O)