Si bien falta la proclamación de los resultados por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), Luisa González y Daniel Noboa disputarán en segunda vuelta la Presidencia de la República.
Esa es la voluntad del pueblo. Ninguno de los candidatos perdedores ha objetado. Más bien la aceptaron, incluso mientras se mantenía la tendencia. Bien por la democracia.
Huelgan los comentarios tras conocerse los resultados de alguna previstos, al menos respecto de quien pasaría, fijo, al balotaje, no así el de Noboa. Constituye, pues, la sorpresa electoral de la jornada, cuyo éxito obedecería al voto de los jóvenes por varias razones, entre ellas la del hartazgo por intestinales luchas políticas entre otros bandos.
Ahora viene la decisión final entre dos modelos, en teoría contradictorios en lo económico, político y social, incluso en las relaciones internacionales, ni se diga en materia de seguridad.
Si bien en la votación, salvo excepciones, no prima el pensamiento sino las emociones, los ecuatorianos querrán conocer a fondo las propuestas concretas de los finalistas. Temas como la pretendida desdolarización y el uso de la reserva internacional están pendientes de aclararse. Y son vitales.
Nada de generalidades, ni el manejo de discursos para avivar el discurso rico-pobre, bueno-malo, peor la autosuficiencia cuando el país espera unidad, bajar las tensiones, liderazgo, consensos en la Asamblea, para enfrentar los retos y, ojo, no cualesquiera retos.
Ojalá el próximo debate, cambiando el formato, permita más claridad, mejor exposición de propuestas, sobre todo los cómo concretarlas cuando la economía “hace agua”.
Un Estado sin mayores ingresos, al contrario cada vez menos, con un insalvable déficit fiscal, sin luz verde para inversiones extranjeras, carcomido por la violencia, suele caminar por la cornisa.
Resta saber hacia dónde se inclinará la votación de los perdedores; a quién de los dos los apoyarán abiertamente.