Los resultados electorales del domingo están cruzados por el asesinato de Villavicencio, la consulta ambientalista del Yasuní con su impacto económico y la necesidad del cambio.
Catorce mil millones de dólares en el largo plazo y más de Un mil millones inmediatos se pierden al dejar bajo tierra el petróleo, además de la pérdida al prohibir la extracción minera, todo sumado a las necesidades sociales en términos objetivos de inversión productiva, trabajo, salud, educación, infraestructura y servicios requeridos socialmente, incluso por los mismos que promovieron clausurar la explotación petrolera y minera.
Ante esta realidad se deben programar otros procesos económicos con diversas actividades de producción.
Destacamos este factor que gravita en el contexto de las elecciones presidenciales y parlamentarias en las que se impuso el populismo ante la carencia de partidos políticos organizados y un electorado disperso. Una apertura al relevo generacional marca lo inesperado.
El voto de la Revolución Ciudadana sumó más de treinta por ciento seguido por el sector que sufragó por Daniel Noboa, veinte y dos por ciento. Los votos para Construye y su candidato Christian Zurita, tercero de la lid supera el dieciséis por ciento pese al absurdo y temerario bloqueó del CNE, organismo que impidió la igualdad de participación que debió sustanciar ante el magnicidio ejecutado contra el candidato presidencial Fernando Villavicencio.
Los resultados electorales evidencian el voto duro y los límites del correísmo como el pasado y la importancia de las nuevas generaciones para construir el futuro.
Sin embargo, la Asamblea sigue con el predominio del correísmo pero que tendrá en el sector de Construye, segunda fuerza parlamentaria, el bloque que impulsará la tesis depuradora de la corrupción para recuperar la seguridad jurídica, principio que exige una nueva Constitución.
La elección de segunda vuelta para elegir presidente de la República nos espera.
¿Y luego…? ( O)