Purificar la actividad política

Hernán Abad Rodas

Confucio, el sabio prominente de China decía: “mientras el pueblo no sepa escoger un gobernante sabio, justo, honesto, que sepa el papel que debe desempeñar en la sociedad, gobernar y vivir de acuerdo a ese papel, dentro de un marco de estricta ética, moralidad y compromiso con su pueblo y su palabra, ese pueblo estará condenado a vivir en la más profunda miseria”.

La realidad política, económica y social en la que nos encontramos inmersos, nos debe hacer reflexionar sobre que no debemos volver a elegir a políticos o a advenedizos de la política que arrojan a los ojos del pueblo polvos dorados y a sus oídos, falsas promesas.

 Los atributos de un buen líder son ética, moral, valentía, justicia, cortesía, saber práctico, dignidad y generosidad; cualidades que sólo pueden manifestarse, si el hombre que aspira a ser un líder está dispuesto a mantener un dialogo con el pueblo en general, a luchar por causa de éste y no de un solo partido político, y a morir por él, si fuera necesario.

Las cualidades antes mencionadas adornaron la personalidad de Fernando Villavicencio, razón por la cual probablemente fue asesinado por la narcodelincuencia y sus fieles y genuflexos apóstoles que están instalados en las altas esferas del poder político y económico del Ecuador.

En la selección de candidatos para dirigir los diferentes poderes del Estado, siempre se ha sacrificado la calidad por la notoriedad, en países con un alto índice de analfabetismo político, los aspirantes a dirigir los destinos de un país y los partidos que los auspician, piensan que no es necesario ser capaz; es más importante ser conocido y estar dotado de una lengua capaz de ser utilizada como arma arrojadiza, y poseer dotes de encantador de serpientes.

ES HORA DE QUE SE PURIFIQUE LA ACTIVIDAD POLÍTICA, y se vuelva a ubicar en el pedestal que le corresponde, como actividad noble y de servicio, considero que, sólo de esta forma se podrá rescatar a nuestro Ecuador del abismo y de la división en la que nos encontramos inmersos.

Hay quienes no apoyan que los intelectuales, y los escritores muestren interés activo por las cuestiones sociopolíticas actuales, hay cierta razón en ese sentido, pues podrían perder la pureza y la integridad cuando se envuelven en los problemas políticos; pero tampoco los intelectuales encerrados en una torre de marfil, pueden realizar una obra verdaderamente válida y vital.  Un intelectual que ignora los problemas universales y permanentes, se vería frustrado en sus actividades.

Fernando Villavicencio ha abandonado este mundo material, ataviado con las vestiduras del honor, la dignidad y la valentía; ha pasado a otro mundo libre de penalidades y aflicciones, ahora está donde nuestros ojos no pueden verlo, ni nuestros oídos escucharle: mora en el mundo del espíritu como un líder que quiso llegar a la presidencia, e iniciar un baño garrapaticida sobre nuestro vapuleado Ecuador. Paz en su tumba. (O)