Petrolina (Brasil).- El arte de esculpir criaturas místicas del folclore brasileño es sinónimo de resistencia a orillas del río San Francisco. Los maestros de este oficio en extinción intentan mantener viva esta tradición que antiguamente protegía a los navegantes y hoy ahuyenta los malos espíritus.
Las esculturas con seres surrealistas y mitológicos que invaden las calles de la ciudad de Petrolina surgen del sincretismo religioso y la creencia popular que vertebran las áridas tierras del noreste de Brasil.
Las endemoniadas «carrancas» ya fueron comparadas con las imágenes que cargaban los barcos vikingos. En Brasil, son un símbolo del pueblo ribereño y se transformaron en arte cuando abandonaron las proas de las embarcaciones y migraron a la entrada de las casas.
En el taller de artesanía Maestro Quincas de Petrolina, en el estado de Pernambuco, el sonido de los cinceles se escucha desde la puerta.
El local recibe ese nombre en homenaje a Joaquim Correia Lima, conocido como «Maestro Quincas» y considerado el primer artesano de Petrolina, una ciudad de 350.000 habitantes bañada por el río San Francisco, de los más importantes del país con sus casi 3.000 kilómetros de longitud.
En su interior alberga una exposición de obras de artistas locales y un espacio dedicado exclusivamente a las «carrancas» y sus maestros.
DE PADRES A HIJOS…
Lesandro Evangelista de Oliveira, conocido como «maestro Sandro», tiene entre sus manos un pequeña escultura de madera desnuda. Es la primera «carranca» tallada por su hijo unos minutos atrás.
Orgulloso, recuerda el momento en que hace más de tres décadas su padre, el también «Maestro Louro», le enseñó el arte de crear estos monstruos fantasiosos de ojos agresivos y colmillos afilados.
«Estoy muy feliz con su primer trabajo. Cuando llegue su día, se quedará en mi lugar y también estará orgulloso de decir que aprendió el oficio conmigo», afirmó a EFE.
Otros artesanos dividen espacio con Evangelista de Oliveira en este recinto en el que se respira tradición. La manufactura de las «carrancas» se mezcla con la de otras figuras.
Por influencia de su esposa, la también artesana Carina Lacerda, el ingeniero de producción Fredson Adjar Lima Pereira, de 43 años, comenzó a esculpir sus primeras obras en 2014.
En esta última década ha querido darle un toque personal con la creación de imágenes sacras y «carrancas» con alas.
«Las carrancas de San Francisco resucitaron y continúan generando ingresos a la población ribereña, conocimiento y cultura», defiende a EFE.
A pocos metros, el maestro «Biu dos Anjos» usa una motosierra para cortar troncos de «umburana de cambão», un árbol típico de la región, de copa irregular, espinas y que alcanza entre los seis y nueve metros de altura.
…Y DE LOS BARCOS A LAS CASAS
Su madera es la más utilizada para tallar los demonios.
El maestro Biu, cuyo nombre de pila es Gabriel Pereira Filho, lleva 43 de sus 64 años de vida en la profesión.
Relata que las represas levantadas en el cauce del río San Francisco pusieron punto final a las grandes navegaciones fluviales y, por ende, a las «carrancas» en la proa de los barcos.
Por suerte, las criaturas encontraron una segunda vida en forma de arte tradicional en Petrolina, considerada la capital del «Sertão», la región árida del noreste brasileño, y conocida como la «Encrucijada del Progreso» al ser el mayor polo agroindustrial de Pernambuco.
«Cada artista tiene una inspiración, su trazo personal, su marca. Yo me reciclé y traigo un poco del Barroco a mis obras, pero las ‘carrancas’ siempre serán el arte tradicional de las ciudades por donde pasa el ‘Viejo Chico’, como es conocido el río San Francisco, expresa el maestro Biu. EFE