“Camaronéate”, “camaronéate”

Este es el perifoneo pregrabado del “Mono Marisquero”, que los jueves, muy de mañana, recorre en su pequeño camión ofreciendo pescado picudo, concha y camarones.

Justo cuando el agua se enfría a medio enjabonar porque se acabó el gas, se oye que  “llegó el gas, llegó el gas”. Qué alivio.

Como dicen que eso molesta a dormilones, esquizofrénicos, bipolares y analíticos, habrá que silenciarlos. ¡Ele! ¿Y ahora?

Señoras y señoritas, que para mantenerse en forma unas; otras para eliminar los “rollitos”, practican bailoterapia al son de “música moderna” mediante un amplificador de sonido, tendrán que hacerlo usando audífonos para no perder el ritmo. ¡Y qué ritmo!

Dicen que eso fastidia los tímpanos de algunos, peor de los que sufren tinnitus, aunque de algunos choferes no ha de ser, porque ellos pasan mirándolas, no pues por lo que ustedes de “doble sentido” se imaginan. ¿Cachan por qué?

Como dicen que la ciudad está desbordada por el exceso de sonidos, pitidos, ruidos y más no se que vaina, pronto ya no oiremos al hombre que vende candados a un dólar, al “pasillero” que nos recuerda a “Jota Jota”, al flautista argentino que en los portales se manda algo “que no es lo nuestro” y es echado por los guardias ciudadanos, no tanto porque mete ruido sino porque no entienden lo que toca.

Pronto, el que ofrece inciensos, el que a pecho limpio te dice venga suquito, venga vecinita, venga mi bonita, vaya probando las humitas, el rico hornado, el pan calientito, a lo mejor tengan que hacerlo con señas. Qué mustios que nos volveremos.

Poco falta para que en “la 9” o en la feria libre, obliguen a controlar sus cuerdas bucales “lo mono”, los norteños, los “venecos”, los “colombos”, los venidos de Shiña, de Quingeo, de Cojitambo y de El Tambo, de Sayausí y de donde te vi, cuyos gritos para ofrecer lo que venden y revenden, disque son medibles, y que por serlo fastidian a quienes viven metidos en cuernos; no digo que tengan cuernos por si acaso, peor que los pongan como dicen los del “lenguaje figurado”.

Pronto nos obligarán a llevar el celular en “modo de avión”, a insonorizar nuestras casas, porque ronquidos y quejidos molestan a los de al lado.

Pero seguiremos – ya lo verán- viendo motocicletas con “escapes a toda madre”, con choferes pegados en las bocinas hasta para espantar moscas en los parabrisas, con cohetes a pretexto de celebrar a San Pedro (no pues al ex) o dinamitar estrellas.

Eh, ¿radares para multar a los “pitadores” ni bien el verde asoma en el semáforo? Sería genial “Chistian”, y harta plata, además.

Bueno, dicen que debo silenciarme. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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