El intento de magnicidio a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, ocurrió entre crecientes y subestimados discursos de odio que, un año después del ataque, subsisten peligrosamente, afirma en una entrevista con EFE Irina Hauser, autora de un libro que bucea en los entresijos de este hecho que conmocionó a Argentina y al mundo.
«Muerta o presa. La trama violenta detrás del atentado«, que acaba de publicarse en Argentina, presenta las múltiples piezas del complejo y oscuro rompecabezas en torno al intento de asesinato que sufrió Fernández el 1 de septiembre de 2022 y por el que tres personas fueron enviadas a juicio oral.
«La investigación judicial fue bastante limitada y accidentada. No profundizó en ninguna pista política ni financiera», señala a EFE Hauser, periodista que investigó el caso desde el primer momento y que tiene «muchas dudas» de que alguna vez se esclarezca el atentado.
El ataque fue perpetrado cuando Fernando Sabag Montiel, un brasileño de entonces 35 años, se acercó a Fernández mientras la vicepresidenta saludaba a seguidores a las puertas de su domicilio en Buenos Aires, que le mostraban su apoyo pocos días después de que un fiscal lanzara un duro alegato contra ella en el juicio en el que estaba acusada de delitos de corrupción en su tiempo como presidenta (2007-2015) y por los que finalmente fue condenada a 6 años de prisión, sentencia aún no firme.
Sabag Montiel gatilló un arma cerca del rostro de Fernández pero sin que salieran las balas.
Por el caso, cuya investigación fue liderada por la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, fueron detenidos y procesados, además del atacante, su novia, Brenda Uliarte, y Gabriel Nicolás Carrizo, quien manejaba la venta de copos de azúcar (algodón dulce) en las inmediaciones del domicilio de Fernández, actividad de la que participaban los otros dos imputados.
CLIMA VIOLENTO
Según Hauser, previo al ataque fueron crecientes los discursos agresivos hacia la vicepresidenta en ámbitos políticos, judiciales, mediáticos y también en las calles, con actos de «escrache» organizados por agrupaciones de ultraderecha, como Revolución Federal, en cuyas marchas participó Uriarte, quien se presentaba como libertaria y que también tenía vínculo con la organización Nueva Centro Derecha.
«No hubo registro de la gravedad de lo que se estaba gestando y de que eso era un clima propicio para que alguien se sintiera con licencia para hacer algo», observa Hauser, quien para su libro contó con la colaboración del periodista Ariel Zak.
Para Hauser, Sabag Montiel no es un «loquito solitario» pero sí dueño de una personalidad con «delirios de grandeza» que, «en un contexto de violencia que lo llama, puede verse tentado a cometer un acto que le de notoriedad».
«¿Hay posibilidad de que se haya mandado (haya actuado) solo? Sí. De todas maneras, lo planificó con su novia. ¿Hay alguna posibilidad de que ella haya actuado sola? Sí, pero en su caso fue tejiendo vínculos con algunas organizaciones de derecha», apunta.
«No puedo afirmar que haya habido una organización. El hecho en sí es bastante precario. Pero pudo haber existido alguien que lo haya fogoneado (azuzado)», señala Hauser.
DISCURSOS VIGENTES
La Justicia rechazó investigar a Revolución Federal dentro de la causa. Solo queda abierta una línea de investigación en torno al diputado opositor Gerardo Milman, muy cercano a la candidata presidencial de centroderecha Patricia Bullrich.
Hauser cree que un ataque como el que sufrió Cristina Fernández «se puede volver a repetir» porque los discursos de odio persisten hoy día en Argentina.
Observa que, en el contexto de la campaña para las presidenciales de este año, por ejemplo, Bullrich cantó hace poco una canción que dice «un país sin Cristina», mientras que el candidato libertario Javier Milei «propone estar armados».
«Hubo una subestimación de los fenómenos que estaban creciendo en ese momento previo al atentado y que dejaron su marca y siguen replicados en los discursos de los dirigentes que hoy pelean por llegar al poder», afirma la periodista, que trabaja en el diario Página/12 y en medios radiales y televisivos. EFE