My friend, la cosa se puso heavy. En las últimas horas, dos artefactos explotaron en varios sitios en Cuenca. Nos pone los nervios de punta, mirar como los actos terroristas de Colombia de los años ochenta, ahora se viven en Cuenca. Y no solo en nuestra ciudad. También en Guayaquil, Quito, Machala y otros lugares más. Estamos seguros de que no se tratan de “eventos aislados”.
Es que así nos comieron el cuento. Los casos de extorsionadores, asesinatos, sicariatos, asaltos, robos, se iban cometiendo de manera seguida. Las autoridades únicamente decían que son hechos que no deben preocupar a la ciudadanía. Que todo está bajo control y que vayan por la sombrita. ¡Que dejen de ser nerviosos!
Pues déjeme decirle que la situación se ha agravado. De lejos somos la ciudad segura y tranquila de hace algunos años. Las bandas delictivas se han tomado la urbe. Acá operan peligrosas organizaciones que están dejando un mensaje claro. “Aquí mandamos nosotros y cuidado con tratar de combatirnos. Vamos a poner a la ciudad de rodillas”.
Ya lo alertaba un funcionario que estaba al frente de la cárcel de Turi. En Cuenca operan criminales. Era el momento justo para que los políticos se reúnan y trabajen en un plan de seguridad integral. Pero ya sabe. Cada quien con su agenda propia. Mientras tanto, los ciudadanos quedan a merced de la delincuencia.
Estamos atravesando un índice de violencia inimaginable. Somos noticia a nivel mundial. Pero no de las buenas, sino de las malas. Los medios internacionales hablan de los asesinatos a candidatos y políticos, masacres carcelarias, coches bomba, droga incautada que proviene del Ecuador, narcos, carteles y mucha corrupción.
Ojala que esto pare por el bien de los ecuatorianos. Necesitamos una clase política que trabaje para recuperar esta tierra que se desangra, llora y permanece en silencio. (O)