Y bien, todos contentos. Aquí no ha pasado nada. Aplausos más bien.
El alcalde “Chistian” ha cumplido su palabra electorera.
Desde la semana pasada los fotoradares dan caza a los velocistas, a los que se pasan estando el semáforo en rojo, invaden los pasos cebra; pero los encargados de multarlos deben cruzarse de brazos.
Eliminada la penalización o “la metida la mano a los bolsillos”, qué importa que esos aparatos, producto de un “contrato trucho”, tramado en quien sabe cuántas “misas negras” entre panas que entendían el negocio (eso decían, ¿se acuerdan?) sigan funcionando si ya no multan.
Sin trampa de por medio, el ganado pasa nomás a la granja del vecino a comer yerba ajena.
Cuando todos, o casi todos, se aprestaban a presenciar la litis, sea por la terminación unilateral del “trucho”, o por acudir al arbitraje, el alcalde “Chistian” logró el milagro. Se terminaron dimes y diretes, y el contrato se fue al panteón.
Claro, en cualquiera de los dos casos, el litigio hubiera durado quien sabe cuántos años. Hasta eso, la palabra del alcalde se evaporaba, y le aplicaban el cese del mandato.
Qué alborozo que causó la noticia difundida por don “Chistian” en tarima montada en la Nueve. Qué celebrón por sus cien primeros días de gestión “con amor”.
Pero…pero tras la resaca, ¡plop! La “muy Ilustre Municipalidad” debe pagar por el “trucho” USD 5’807.000: 3’307.000 por la inversión; 2’500.000 por la multas aún por cobrar (¿las cobrarán algún día?). Y todo eso con el cuento de que el contratista iba a embolsarse 34 millones en los próximos doce años a costa los imprudentes al volante.
¡Qué tal no!
Lo que pocos deducen es que serán los cuencanos los que terminarán pagando por esa “truchada”. Lo que vale “bailar con pollera ajena”. Si hasta pedirán prestado dinero para poder pagar.
La “Muy Ilustre” se hace cargo de los radares. Ahora son suyos. Los tiene encendidos, consumiendo energía, registrando infracciones pero sin multar. Algo así como comprar las celdas, pero los presos pueden entrar y salir cuando quieran.
Y todos quietos. Allá ellos, dirán muchos. Para qué ofrecen, dirán otros. ¿Ha dicho algo la Comisión de Fiscalización del “Ilustre” Concejo? Ah, ¿y los responsables del “contrato trucho”?
En otros lares dirán, qué platudos los cuencanos, qué educados al volante que son, pues se dan el lujo de tener radares de adorno; que pagando millonadas se hicieron cargo de ellos solo para que dejen de “meterles la mano al bolsillo”.
No sé, pero en mi “tonta ignorancia”, a futuro me huele a glosa.