Recordemos que el presidente Lasso fue elegido por los ciudadanos que alentaron el cambio constitucional sea por reformas profundas de la Carta del 2008, una nueva constitución o la vigencia de la Constitución de 1998. Nada se hizo, cuando a mediados del 2022 pudo emprender el camino de sanear el Estado. La existencia de cinco funciones cuando deben ser tres como la experiencia consagra: Ejecutiva, Legislativa y Judicial, eliminado el absurdo fascista de la función de Trasparencia y Control Social y retomando el Tribunal Nacional Electoral en su real dimensión.
Se debió redefinir la Función Judicial con la Corte Suprema y cortes provinciales, ubicando al Consejo de la Judicatura en su papel administrativo y disciplinario, como organismo auxiliar de la Corte Suprema, eliminado por tanto el carácter de organismo de Gobierno de la Función Judicial. Desmesura, desnaturalización de Estado de Derecho, de raíz la concepción de la carta del 2008 es un híbrido del autoritarismo con el populismo corrupto producido por el Foro de Sao Paulo.
¿Cuándo el gobierno del presidente Lasso perdió la capacidad de generar el cambio que el Ecuador necesita? Es la pregunta para el gobernante que pudo hacer mucho pero que fue bloqueado por una oposición feroz que minó el proceso del cambio institucional y también por la idea de gobernar a base de consensos cuando prevalece el canibalismo.
La realidad está allí, en la violencia que sacude las ciudades, en la implosión-explosión carcelaria que desborda la capacidad de control de los organismos pertinentes, y el absurdo de concebir la delincuencia con categorías penales que se quedan cortas frente a la agresividad del crimen organizado.
Por tanto, tenemos que sufragar en la segunda vuelta pensando en el destino de las nuevas generaciones, de nuestras familias. El cambio exige respuesta. De nosotros es la decisión. (O)