Funesto legado

Hernán Abad Rodas

Es lamentable y al mismo tiempo frustrante, el hecho de pensar que, en gran parte de la historia de nuestro país, hemos estado gobernados por caudillos providenciales, militares sangrientos, ingenuos demagogos y otros vivarachos; que en conjunto han moldeado un país con pocos valores, sin iniciativas, lleno de prejuicios, que ha dado como resultado una sociedad pobre, limitada y dependiente.

En el año 2006, emergiendo de las sombras del anonimato, surgió un nuevo y providencial líder mesiánico que nos ofreció fundar un nuevo país, dijo que seríamos soberanos, gobernados con honestidad y respeto a la ley, sin el cinismo, la corrupción y la irresponsabilidad de la vieja “partidocracia de siempre”, que nos mostraría los valores revolucionarios,  y que el camino del progreso estaría lleno de satisfacciones; mensaje que nos trasmitía cotidianamente, bajo el himno  de: “Avanzamos patria, la patria ya es de todos, el pasado no volverá” etc.

En el Ecuador se ofertó una revolución encarnada en un seudocaudillo atrabiliario y lenguaraz con un sequito de marquetineros y una camada de expertos en disecar naciones donde reinan el hambre la pobreza y el desempleo.

Los métodos para mantenerse en el poder que usó el dictador Correa fueron: supresión de libertades, aberrante culto al “poderoso”, intelectuales desechables, guerra de eslóganes, distorsión de la historia, inoculación de miedo, exclusión de minorías, dogmatismo, tecnócratas embaucadores, desfachados representantes del gansterismo criollo, galopante corrupción, economía en ruinas, justicia cautiva del poder político; lo cual constituyó el oscuro velo que durante una década cubrió nuestro país.

Una TITERE de Rafael Correa, aspira a llegar a la presidencia de nuestro vapuleado Ecuador, y desde esa función del Estado, continuar con el FUNESTO LEGADO de su amo y titiritero, el Capo Correa.

 El Ecuador llora, porque la mayoría de los ecuatorianos se han quedado en el desempleo, el hambre y la desesperanza por la  corrupción, la inseguridad, la delicada situación socioeconómica y política, FUNESTO LEGADO DEL CORREÍSMO; llora, y ha buscado refugio en el silencio y en la migración, porque los oídos de sus gobernantes y políticos se han cerrado al susurro de los débiles y sólo escuchan el tumulto del abismo y de la narcodelincuencia que se ha adueñado del Ecuador, aquellas mafias que tienen cañones por voz y bombas  por palabras.

Lo más grave que le puede ocurrir a un país, es el hecho de que, en nombre de una democracia mal concebida, la ansiada justicia social no llegue, y que en el camino sus habitantes pierdan sus libertades, su paz y su dignidad. (O)