La imperiosa necesidad de reclamar

Gerardo Maldonado Zeas

A más del triunfo de la selección de fútbol que reconfortó el ánimo deportivo, hay dos buenas noticias en esta semana. El regreso a sus funciones del juez Walter Macías, injustamente destituido por Terán y cia; y, la suspensión del proceso para nombrar Contralor cuando el sesgado CPCCS estaba por iniciar la etapa de oposición.

No les ha ido bien a los titulares del Consejo de la Judicatura y del CPCCS, y parece que empiezan a reaccionar quienes deben impartir justicia, pero también una mínima parte de la sociedad civil y los gremios profesionales como el Colegio de Abogados del Pichincha, dormidos por largo tiempo, pero no abatidos.

Reflexionando con varios amigos de antaño, reconocimos el agobio por el silencio de las universidades públicas, impávidas ante tanta desfachatez que socava la institucionalidad del país. Hoy reconocen tanto ex catedráticos, como ex estudiantes de la vieja guardia, que la influencia del correismo en la administración de varios centros de educación superior, ha provocado la desmovilización de los estudiantes, otrora la voz altiva de los reclamos contra las infamias del poder.

Viví la época estudiantil universitaria con pasión. Los movimientos a los cuales representábamos eran conducidos por gente progresista, pero sobre todo honrada, algunos con tintes sectarios, pero firmes en reclamar las atrocidades frontales del statu quo que manejaba la cosa pública. Hoy casi han desparecido; les interesa un comino la realidad del país. ¿Adoctrinados para callar? ¿Silenciados por quiénes encontraron los espacios para seguir en la fiesta del populismo?

Por los que perdieron la vergüenza, como el alcalde de Quito y la prefecta de Pichincha, que han convertido la radio municipal y la emisora del gobierno provincial, con financiamiento del sagrado dinero público, en parlantes reproductores del criterio de prófugos y seguidores extranjeros de su misma ralea; o como la convocatoria a funcionarios judiciales quienes arribaron a Quito en horas laborables, para alabar a Wilman, el último “todopoderoso” del histrionismo.

¿Han fracasado los movimientos ciudadanos?  Me refiero a los verdaderos que hacían temblar a los corruptos. Estar atentos a la manipulación de las masas es imperioso, reconociendo quienes actúan: el manipulador y, el destinatario como elemento pasivo de este juego. Un tercer componente, como reconoce el prestigioso politólogo y sociólogo Carlos Puente Marín, es el medio en cual se concretan las manipulaciones. Todo tiene su tiempo, en esta época ya no hay como antes la facilidad para agrandar el volumen de incautos, de lo contrario no estuvieran aterrados quienes quieren volver a la fuerza, a gobernar.  Se debe seguir reclamando. (O)