Cuando suena la sirena de la escuela, afuera, no solo un grupo de padres y madres está pendiente de la salida de sus hijos. A un lado, también otro grupo está atento porque ha llegado el momento más importante del mediodía: brindar seguridad.
Unos se paran cerca de la puerta para luego guiar a los estudiantes y a sus representantes hacia el paso peatonal. Otros, en cambio, están pendientes de los alrededores, por si alguien o algo sospechoso está por el lugar.
Mientras tanto, a veces los inspectores salen de la escuela y se dan una vuelta por la manzana para verificar que nadie se ha quedado por allí.
De suceder todo lo contrario a lo que se espera: la presencia de alguien ajeno, o de la reunión sospechosa de estudiantes con otras personas, se notifica a las autoridades para que procedan.
Así es cómo funciona la Escuela Panamá, la institución educativa cuencana que se ha tomado en serio la palabra seguridad desde que los espacios escolares han entrado en esa lista de lugares que pueden ser vulnerados por la inseguridad que se vive en Ecuador.
La necesidad de responder con acciones, contó la directora de la escuela Natalia Espinosa, ha dado resultados gracias al trabajo en conjunto entre los propios padres, los profesores y los directivos, quienes, al saber el nivel de vulnerabilidad de los niños y adolescentes, han optado por organizarse.
“Estas brigadas hacemos desde que empieza el año lectivo. Tres padres a la entrada, tres a la salida. Los padres nos notifican cuando hay algo sospechoso. Nosotros salimos y les abordamos para saber qué están buscando. Muchas veces viendo eso ya no vuelven”, explicó Espinosa a diario El Mercurio.
Drogas
Lo que hace la Escuela Panamá es parte de una serie de acciones que en otros espacios de Cuenca, asimismo, se están replicado, sea a través de los propios representantes de los estudiantes o por iniciativa de las instituciones y autoridades.
La razón responde a la exigencia de brindar seguridad a los estudiantes que, hoy en día, se han visto involucrados en distintas actividades ilícitas.
Por ejemplo, en Cuenca, explicó William Egas, jefe de Policía en Azuay, cuando las instituciones educativas han solicitado ayuda a la Policía Nacional se ha debido al consumo de droga, alcohol o la conformación de grupos que están provocando problemas dentro de los establecimientos.
“Es muy bajo los eventos que se han dado aquí, pero sí ha habido solicitudes sobre esos temas… El tema del consumo de drogas, o alguna persona que está expendiendo en la parte externa o posiblemente que está en el interior realizando ese tipo de actividades, eso es lo más grave que podría presentarse”, dijo Egas a El Mercurio.
Solo en las instituciones educativas de Cuenca, según los datos de la coordinación de la zona 6 del Ministerio de Educación, en este 2023, se han registrado 23 casos de uso y consumo de drogas.
Ante ellos, los establecimientos educativos han tenido que activar los protocolos para notificar y ayudar a los estudiantes, ya que los procedimientos son distintos cuando se trata de consumo o expendió de drogas.
De su lado, para William Egas, si bien es necesario que se activen las rutas para ayudar a los estudiantes y a sus familias cuando se identifica algún problema que los vulnere, también es necesario hacer la denuncia.
“Lo primero que hay que hacer es coordinar directamente con el personal que labora cerca de la institución, que en este caso es la Unidad de Policía Comunitaria (UPC). Ellos les ponen en contacto con las unidades especializadas, que este caso es la Dinapen”, explicó Egas,
En el caso de Cuenca, la Dinapen está ubicada en los interiores del ex CREA, en la avenida México y avenida de las Américas. Allá pueden acercarse, ya sea los padres, o la comunidad educativa para prevenir cualquier caso que pueda afectar a los menores de edad.
Patrullajes
La Guardia Ciudadana también se ha sumado a las instituciones que han armado un plan para combatir los problemas que pueden presentarse en las escuelas y colegios de Cuenca. En su caso, la dependencia municipal presentó un programa para el regreso de los estudiantes a las aulas.
Damián Román, comandante de la Guardia Ciudadana, explicó que se armó un plan que empezó a ser ejecutado por los guardias para evitar que los estudiantes se queden fuera de las instituciones educativas, para controlar a los comerciantes que están en los alrededores y para brindar seguridad vial.
“Con esto queremos evitar que existan robos, agresiones o cualquier clase de violencia que pueden sufrir los estudiantes. No estamos viendo la vulnerabilidad de porque son adolescentes, sino es un objetivo macro en donde estamos dando este servicio a los centros educativos en donde se tiene la mayor complejidad y afluencia”, dijo Román.
Si bien el programa lleva aplicándose tres semanas en Cuenca, la Guardia Ciudadana espera que con el patrullaje de sus elementos disminuya los casos en los que la delincuencia busca afectar a niños y adolescentes. (I)