El artista y la producción pictórica

Aníbal Fernando Bonilla

La labor artística en general es ardua y llena de dificultades, no obstante, es indiscutible la validez de este oficio que el artista elige o prefiere como un modo legítimo de existencia. Mientras perviva el hombre como sujeto activo de cambio, las artes y, en particular, la pintura, se mantendrán visibles y palpitantes entre el encanto, el asombro y el aplauso colectivo.

Cada cuadro está demarcado por elementos que suscitan placer y conmoción en el espectador. Cada obra pictórica encierra un universo propio, ya sea desde la representación satírica, la exclamación rebelde acompañada de denuncia social, la sensibilidad reflejada en el desnudo, la estampa costumbrista, el clásico bodegón, la preocupación ambiental, la problemática del Ser contemporáneo, la mixtura de colores con encanto paisajístico, la melancolía de los años transitados, el destello de revelación psicológica, los rasgos del sinsentido abstracto o las siluetas monocromáticas que transmiten sosiego.

Cabe diferenciar los dos momentos que sostienen y funden el proceso creativo. El primero, en que el pintor predestinado a su labor, asume como tal en completa soledad, y, hasta en autoaislamiento del contorno social. Es que las técnicas y formas para concebir su hacedor propósito exigen del acto inventivo, lúdico o etéreo, en un ambiente y circunstancias especiales, de quietud y de silencios. Fase correspondiente al proceso transformador de confección del objeto artístico, enriquecido por lo cíclico e inacabado. Proyecto pictórico que se eleva a un proyecto denodado de vida, enteramente personal. Muchas veces, tal como refrenda la historia del arte, los resultados y ponderaciones no los aprecia su autor/a en plena existencia, sino en el futuro incierto en manos de sus descendientes más cercanos.

El segundo, en donde la tarea creativa debe ser divulgada en el contexto de nuestra condición gregaria, ante lo cual el pintor se despoja de su prenda de trabajo y abandona momentáneamente su taller, para dar a conocer los trazos y composiciones de embeleso, cavilación e impacto visual. O sea, lo que se concibe en toda muestra o exposición, para la valoración de los públicos. (O)