No es ciencia oculta ganarse la favorabilidad de la opinión pública. Ante la expectativa generada, la promesa cumplida. La fórmula de la coherencia política sigue siendo la misma, sin embargo, es la cualidad más esquiva en la gestión política ecuatoriana. Por lo tanto, se vuelve necesario prestar atención a los discursos que las candidaturas pronuncien en el momento electoral que vive el país.
Cuando un día se habla de bonos en productos y luego de bonos en efectivos, cuando los argumentos sobre la atención en salud se explican por las “mafias de los sindicatos médicos”, o las conquistas en derechos de las mujeres son explicados como complicidad pública “para que ellas se divorcien”, es evidente que los discursos de tarima requieren el escrutinio mediático para identificar explicaciones urgentes de parte del binomio más conservador.
En la campaña, las redes sociales se han vuelto expertas en seguridad en Venezuela, en la fortaleza de la dolarización y más recientemente en las subidas y bajadas del riesgo país. Temas de conversación que parten de los “bloopers” políticos del binomio más progresista que son exacerbados por el algoritmo del TikTok y ciertas condiciones mediáticas más preocupadas por los clicks que por la profundidad de los temas.
El periodismo político está obligado a colocar un cañón de luz para que se expongan con profundidad los temas de mayor relevancia en el país. Que las candidaturas expongan sus propuestas y debatan los “cómos” con los detalles y las precisiones que se les debe exigir ante la magnitud del cargo que buscan. De manera que luego, ante el resultado que salga el próximo 15 de octubre, la población pueda exigir coherencia política. Ante la expectativa generada, la promesa deberá quedar cumplida. (O)