Y en poco más votamos o botamos, que no es lo mismo, pero dadas las circunstancias es casi igual, votamos porque elegimos, botamos porque no donde elegimos bien o donde nos equivocamos, tengo una idea, quizá hasta una certeza, pero certeza de cierto para mí, no se para usted, para ustedes…
Votamos o botamos, me recuerda a esa expresión de Wanamaker: la mitad del dinero que gasto en publicidad se desperdicia; el problema es que no sé qué mitad; y me explico, en pocos días, más-menos, un mes, habremos ido a las urnas, habremos decidido, en democracia y por mayoría, pero no se si perdemos ganando o ganamos perdiendo…
¡Qué confuso!, si la verdad es compleja, porque gane quien gane ni la mesa está servida (para variar) ni el menú ha sido planificado, gane quien gane, se sienta con el tiempo en contra, le quedará poco más de un año para volver a las urnas; es decir, pocos días o meses para devolverse sobre otra campaña, con Asamblea en contra, con presupuesto ajeno, con los acreedores a la puerta, con el pueblo atento y la oposición en pie…
Y es que el problema no es (solo) de elección-selección-decisión, eso es lo urgente, el problema es de estructura, de cultura de composición; el problema es que mañana la cuenta vuelve a cero y la democracia nos convoca a un nuevo proceso en el cual, las viejas prácticas de la demagogia populista exacerbada por la total descomposición de los partidos políticos que se alquilan como plazas de parqueo por hora y al que llegue primero, nos regalará una papeleta que signifique el multicolor espectáculo del ¡YAURA POR QUIÉN SERÁ DE VOTAR?
¿Votamos o botamos? Es urgente resignificar la democracia como contenedor, pero más urgente es repensar los contenidos, los partidos, como contenedor, son el eje motor de la identidad ideológica, la militancia es el contenido, la sangre que da vida al sistema, los partidos de alquiler y la militancia paga, no son más que el cáncer que asfixia nuestra maltrecha democracia…(O)