A principios de año, a Luis (nombre protegido) le contrataron para hacer un viaje dentro de Cuenca. Tras recoger a los pasajeros, estos le mostraron unas fotografías. En ellas se veía a su hijo saliendo de la escuela, en otras se veía a su esposa.
Luis se desmoronó porque las personas que lo habían contratado le dijeron que sabían cuáles eran los movimientos que él y su familia hacían, y que si Luis no pagaba una “cuota” diaria iban a atentar contra su vida y la de los suyos.
Al chofer, por el miedo, no le quedó más que pagar a los extorsionadores alrededor de 5.000 dólares por cerca de tres meses.
Un caso de extorsión similar sucedió en el Centro Histórico hace dos semanas. Juan (nombre protegido), hace 15 días, recibió una llamada en la que un hombre sabía su nombre.
“Me dijo que era de la organización de los choneros. Me dice que le habían comentado que yo había tenido un problema con dos vecinos y que ellos habían contratado sus servicios para desaparecerme. Me dijo que tenía fotos y videos míos y de mi familia”, dijo Juan a diario El Mercurio.
Al escuchar eso, Juan terminó la llamada y bloqueó el número. Desde entonces ha tenido que ser más cuidadoso con las actividades que cumple tanto laboral como familiar.
Estos dos casos son parte de una serie de hechos que se vienen registrando en Cuenca en este año: las extorsiones. Cada vez hay más gente que ha tenido que pasar por una situación desagradable que está relacionada con la extorsión.
Ya sea en sus negocios o a través de llamadas y mensajes, los extorsionadores se han dedicado en Cuenca a obtener dinero por medio de la intimidación.
Esto ha llevado a que las autoridades motiven a la población a que denuncien ese tipo de delitos en caso de conocerlos.
En marzo de este año, el fiscal del Azuay, Leonardo Amoroso, ya había comentado a El Mercurio que las personas se convierten en víctimas por el temor a las represalias. Sin embargo, si la población denuncia, tanto la Fiscalía como la Policía Nacional pueden empezar a investigar y a detener los extorsionadores.
Por ejemplo, en Cuenca, en agosto de este año, el padre de un adolescente denunció que otros dos menores de edad, de 17 años, estaban extorsionando a su hijo. Los adolescentes habían pedido 150 dólares para no atentar contra la integridad del extorsionado.
Tras conocer el hecho, la policía llevó adelante una investigación y aprehendió a los adolescentes luego de que recibieran el dinero que ellos habían solicitado.
Consejos
De ser víctima de extorsión, las autoridades han recomendado hacer la inmediata denuncia. En el caso de Cuenca, las denuncias se receptan en la Paseo Paucarbamba y avenida Paucarbamba. El único requisito que se debe presentar es la cédula. En este proceso no se requiere de un abogado.
A la denuncia se puede adjuntar las pruebas de extorsión, como mensajes de texto, registros de llamadas u otros materiales. Una vez con eso se hace un sorteo para asignar el caso a la persona que se encargará de la investigación.
Además de la denuncia, otra de las recomendaciones que hacen los expertos en seguridad es ser precavidos.
En muchos casos, los extorsionadores se aprovechan de la información pública que se comparte por las diferentes redes sociales. Con un poco de datos recabados, enseguida empiezan a llamar para intimidar y extorsionar.
“Los delincuentes se aprovechan de la información que está en redes sociales. Ven fotos, ven datos, y se aprovechan para extorsionar”, dijo Fabián Íñiguez, asesor en ciberseguridad.
Ante esta realidad, Íñiguez recomendó que todas las personas deben revisar la privacidad en sus redes sociales para saber qué información personal se compartiendo públicamente.
Por otro lado, en caso de que ya ha empezado la extorsión, se debe guardar todas las pruebas y hacer la denuncia sin demoras.
“La Fiscalía y la Policía cuentan con unidades de investigación para estos casos. Si uno permite que le extorsione, los delincuentes vuelven y no dejan de aprovecharse. Lo mejor es hacer la denuncia para detener esta situación”, aconsejó Íñiguez. (AWM)-(I)
