Tranvía: 3 años operando en medio de la política y el cuento

Santiago León

¡Cómo olvidarme de ese notición! Hace unos cuantos años un exalcalde revolucionario nos traía como oferta de campaña que se iba a construir un sistema de transporte súper novedoso. Sí. Nos hablaba de un tranvía. Unos vagoncitos silenciosos que iban a circular por la ciudad para transportar a miles de pasajeros. Les iba a ahorrar tiempo y ese dolor de cabeza de la congestión vehicular. Nos convertiríamos en una ciudad referente de la región. ¡Wow!

La llegada del tranvía era cinematográfica. Llamaban a la prensa y a los ciudadanos para que presencien cómo arribaban los vagones, los durmientes, las rieles, las catenarias, etc. Era un idilio. Es más. Por campaña electoral colocaron una unidad en medio de una avenida concurrida para que la gente lo visite, se tome una fotito, sienta la comodidad de los asientos. Claro, de por medio se pedía un votito para la reelección.

Todo era bonito hasta que empezó la construcción. Partieron a Cuenca por la mitad. Los taladros atravesaban calles y a su vez aniquilaban los negocios que estaban, por mala suerte, ubicados en la ruta tranviaria. Problemas legales, litigios, indemnizaciones, terminaciones de contrato, ocurrió de todo. Y la construcción no duró meses. Tomó años.

Tuvieron que pasar 3 añitos para que esos aparatos presten el servicio de manera oficial. La administración municipal pasada anunciaba un desafiante plan para volverlo rentable. Publicidad, tarifa especial de los pasajes, integrar el sistema de movilidad, tarjetas únicas, se propuso muchas cosas. Sin embargo, mientras pasaban los meses, los voceros no podían negar que el tranvía tenía cifras en rojo. No era autosustentable en términos económicos.

Para colmo, este juguete de millones de dólares, que de por cierto nos toca pagar enterito, se iba quedando sin repuestos y sin tarjetas electrónicas. Algunos hablaban de que sacaban las piezas de unos vagones para ponerlos en otros. ¡No podían quedarse parados!  En fin, vamos por el cuarto alcalde. Esperemos que esta vez lo haga rentable.  (O)