El último café

La ausencia es evidente.  El WhatsApp quedó sin ser leído, la llamada sin ser contestada y el recuerdo suspendido en la última conversación, el último café.  Así quedamos, así nos despedimos. Deseándonos lo mejor.  Él en su asesoría y sus clases, yo en mis proyectos y mis clases.  Caminos que ya no se cruzarán más porque él ya no estará.

Las amistades no se forjan de coincidencias, sino de conversaciones.  Honestas, profundas, convencidas y que convencían. Así fue cada vez que coincidíamos en esas llamadas que iban y venían de acuerdo con la jornada electoral, o la crisis gubernamental, sea esta local o nacional. Todo era de interés de Juan Carlos y podía ser tema de una intensa conversación de la que siempre se podía aprender con una buena carcajada de por medio.

Tenía una preocupación genuina por su docencia a la que se entregó con todo lo que pudo. Nadie es perfecto ni monedita de oro para todos y el JuanCa, el Profe, el Maxi, ¡menos! (me río, mientras escribo) pero era auténtico! Un convencido del valor de la educación y del cuidado que debíamos tener los que teníamos el privilegio de ser «profes».

Tenía una preocupación genuina por su ciudad.  Le dolía lo que hacían ciertos grupos con los que no tuvo reparos en enfrentarse a costa de su trabajo, de su tranquilidad.  Muchos le advertimos que debía cuidar los distintos frentes levantados.  Juan Carlos sólo se preocupaba porque las cosas se hicieran y apostó sin miedo por los cambios en los que estaba convencido. 

Tenía una preocupación genuina por su familia. Hablaba de su esposa y sus hijos con ternura y orgullo.  Un hombre con esas pasiones tiene un centro de donde fluye tanta energía, ese motor era su familia, la que ahora queda con el corazón destrozado.   Serán ellos los que más sentirán el dolor de su ausencia. 

La vida no puede terminar así, menos para quienes dejan proyectos a medias, sueños sin cumplir, hijos sin ver crecer.  Por ello creo firmemente en la promesa Divina de la Resurrección.  En un mundo perfecto, donde la vida no se cruce con la muerte, donde la sonrisa y el abrazo sean eternos (Apocalipsis 21: 3y4).  Juan Carlos Aguirre Maxi no puede irse así nomás, su vida y su legado están en la memoria infinita del Creador, para llamarlo de nuevo junto a los suyos.  Esa bendita esperanza es el patrimonio de quienes tenemos fe.  Nos mantendrá respirando cada día ante el inmenso dolor de su ausencia. Mi abrazo solidario para su esposa, sus hijos, su familia, «porque para el amor no existe la palabra despedida…» (O)

@avilanieto

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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