¡Qué llueva! ¡Qué llueva! ¡Qué caiga la agüita del cielo! Agüita que fecunda los ríos, los mares y a la Madre Tierra. Que venga a reverdecer los campos y su presencia permita crecer las semillas. Que toque, limpie y transforme el corazón codicioso de unos cuantos que no saben –hechizados por el brillo ilusorio del oro– que están “escupiendo al cielo”. No puedo ni siquiera imaginarme los daños irreparables que provocaría cualquier actividad minera en nuestros cerros –maravillosas fábricas naturales de agua–, si tan sólo en este tan irregular estiaje, Cuenca está al borde de sufrir cortes de agua y sus parroquias conurbanas están viviendo ya restricciones en el servicio de líquido vital. No más pensar que se necesitaría miles y miles y miles de metros cúbicos de agua en las actividades mineras, cualquier imagen se convierte en un escenario catastrófico para los habitantes de la ciudad y la región entera. El llamado de las autoridades a la ciudadanía a hacer un uso racional y responsable del agua –elixir de la vida–, no hace sino recordarnos la importancia de defender nuestra decisión popular con coherencia y convertir nuestra práctica diaria en filosofía de vida, para llegar a ser auténticos guardianes del agua y con toda nuestra fuerza política y autoridad moral detener las pretensiones dictatoriales del Gobierno de Lasso, de no obedecer la decisión popular. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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