Asuntos impostergables

Eduardo Sánchez Sánchez

Cuenca, la tercera ciudad del Ecuador, urbe vestida de cognomentos y realidades que adornan a esta Guapondelig como un gigante valle comparable con una llanura amplia como el cielo. Ciudad que se ha expandido y, a veces con el caos de la indisciplina humana que tapona quebradas y flujos naturales de agua lluvia, y construyendo viviendas en áreas de alta criticidad para, más tarde lamentarse de lo obrado por la naturaleza.

Varias calles continúan siendo para carretas como en el medioevo, sin considerar esta verdadera revolución automotriz que asaltó el mundo, a punto tal que Cuenca posee sobre 115 mil vehículos y las secuelas que de esto derivan.

La ausencia de señalética de tránsito y movilidad, es un problema para propios y extraños y, precisamente por el tamaño de la moderna urbe, resulta imposible conocerla íntegra, asunto que se facilitaría con una correcta nomenclatura exhibida a los ojos y adicionada en el moderno internet con los sistemas de ubicación que disponemos.

El automóvil, DEBEMOS dejarlo en casa, surge la interrogante sobre la calidad y seguridad en la transportación pública de buses, que siempre deben ser mejorada e integrada con el tranvía.

Los RIOS, emblema de Cuenca, están en deplorable condición, urge una política de protección de páramos, vegetación, limpieza y cauce de los mismos, en virtud de que, sin ellos, la Cuenca de los Andes, dejaría de ser tal, a más de ser los canales de fluidez para el verdadero oro de la vida.

Las famosas motocicletas sin SILENCIADOR y agentes de accidentabilidad, tienen que cumplir con las leyes de tránsito y dejar de violar semáforos y sentidos de flujo, así como líneas cebra, al no ser así, representan un problema real en el que los conductores de automóviles siempre resultan siendo los perdedores.

Inaplazable es controlar las ventas ambulantes en calles y parques, así como la inseguridad presente en la Ciudad, lo cual afecta a la paz, fluidez, comercio, etc. (O)