Buenos Aires.- La palabra «hiperinflación» se ha vuelto corriente en Argentina como el posible desenlace de una crisis incubada en la antesala de las elecciones presidenciales del 22 de octubre, que a su vez eleva la incertidumbre y que los argentinos ven acercarse porque la inflación ya es de tres dígitos.
La inflación en Argentina ya alcanzó el 124,4 % interanual en agosto pasado y del 133,5 % en alimentos, pero el Gobierno fijó el tipo de cambio oficial y ahora el mercado espera que desde el 23 de octubre hasta fin de año salte para equiparar a los precios, lo que nutrirá más la inflación en un contexto en que los argentinos no quieren pesos en sus billeteras, justamente por la pérdida de valor.
Los pronósticos más leves hablan de «espiralización» de la inflación y los más agudos, directamente de «hiperinflación», que Argentina ya sufrió en 1989 y 1990, una situación desastrosa en cualquier contexto, pero más aún en un país con un 40,1 % de pobreza.
Licuación
La palabra «hiperinflación» no sólo se repite en el sector empresarial, como pudo verse días atrás en el Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), celebrado en Mar del Plata, sino también en el discurso de los principales candidatos presidenciales.
«Estamos frente a lo que puede ser la peor crisis de la historia argentina», dijo el pasado jueves el líder de La Libertad Avanza, Javier Milei, en un encuentro con empresarios, porque el país sufre «una aceleración inflacionaria» con «niveles para entrar en una hiperinflación», «con el agravante de que los indicadores sociales» son «mucho peores» a la crisis socioeconómica de 2001.
«Cuanto más alto esté el dólar, más fácil dolarizar», había señalado el libertario a la prensa antes de entrar, en una semana en que los tipos de cambio paralelos al oficial -un termómetro de las vulnerabilidades macroeconómicas de Argentina- aumentaron el ritmo de subida debilitando más rápido el peso argentino.
Milei propone dolarizar la economía, eliminar el Banco Central y pasar la «motosierra» por el gasto público, pero sus oponentes señalan que el país no cuenta con suficientes divisas para eso, por lo que el libertario necesita una hiperinflación y un tipo de cambio muy alto para poder implementarlo.
Mientras, la candidata de Juntos por el Cambio (centroderecha), Patricia Bullrich, no dejó pasar la oportunidad de cruzar a Milei para mostrar el riesgo de su propuesta.
«Milei dijo que cuanto más alto esté el dólar, más fácil será dolarizar», lo que Bullrich interpretó como «todo para justificar su dolarización. Es conocida la teoría: cuanto peor, mejor» y «en el medio, 46 millones de argentinos que están cada día más pobres».
El candidato oficialista es el actual ministro de Economía, Sergio Massa, a quien se acusa de elevar el gasto público y el déficit fiscal a pesar de que Argentina no tiene acceso al crédito y sólo puede financiarlo con emisión monetaria y, por lo tanto, con inflación, con tal de sumar adhesión electoral a Unión por la Patria (peronismo).
Por eso, el empresariado pidió en ese coloquio que lo más «urgente» que debe resolver el presidente que asuma el 10 de diciembre es estabilizar la macroeconomía, lo que implica lograr el equilibrio fiscal para bajar la inflación.
Salarios
Un banquero contestó a EFE en ese foro que no prevé que la subida de precios sea de hiperinflación porque los argentinos mantendrán un nivel de uso de pesos para destinar a las transacciones.
Pero otro señaló a EFE que la dinámica hiperinflacionaria ya está vigente en el hecho que el propio Gobierno publica un índice de precios minorista semanal -que fue de 1,3 % en la última de septiembre-, lo que demuestra el acortamiento de los plazos típico de contextos de aceleración de la inflación.
El empresariado está preocupado por cómo hará para pagar los sueldos si se desbocan la devaluación y la inflación, porque no será fácil pasar los costos a precios, como contó a EFE un empresario de la salud.
De hecho, varios bancos y multinacionales, como Toyota y Kimberly-Clark, adelantaron el pago del aguinaldo que se abona en diciembre, medida que según contaron a EFE desde un banco nacional, el ministerio que dirige Massa recriminó a los empresarios porque dejaron entrever el riesgo poselectoral.
Una negociación de sueldos cada 15 días es lo que prevé el líder del sindicato del sector de la construcción, Gerardo Martínez, que apoya a Massa, según dijo a EFE, en lo que será la defensa de los empleados ante una espiralización inflacionaria. EFE