Guayaquil merece otro destino
Guayaquil, como todas las ciudades del Ecuador, merece lo mejor de lo mejor.
Considerada con sobradas razones como la capital económica del país, la Perla del Pacífico conmemora hoy 203 años de independencia.
Ciudad acogedora, la más poblada del Ecuador, donde reside gente llegada desde toda la geografía nacional y del extranjero, pasa por momentos, de alguna manera, aciagos. Igual lo pasan otras urbes de la Costa; también de la Sierra.
Acosada por la delincuencia criminal imparable, cada vez más desafiante y dispuesta a todo, la gran ciudad reclama del Estado central un giro de 180 grados. Lo necesita para garantizar seguridad, con acciones y políticas urgentes, encaminadas a devolverle la paz social, único sostén para trabajar, estudiar y vivir sin apremios.
Aquella es una realidad social innegable. Mal puede ser pasada por alto, aun a costa de ser considerados como negativistas o de no relievar sus grandes virtudes, logros e impacto en la vida nacional.
De ninguna manera. Guayaquil es Guayaquil por todo lo alto. Por eso mismo no debe, no se merece la marca impuesta por la delincuencia narco-criminal, cuyas acciones, algunas hasta sádicas, la ensombrecen, la hacen considerar como una de las ciudades más violentas, incluso a nivel internacional.
Ojalá el nuevo gobernante, no interesa si es Luisa González o Daniel Noboa, se faje por Guayaquil, como deberá hacerlo por el resto del país, de alguna forma indefenso y sometido.
En tal contexto, es plausible la invitación hecha por el alcalde Aquiles Álvarez a los dos presidenciales a participar, este lunes, en la Sesión Solemne con la cual el Concejo Cantonal le rinde homenaje a Guayaquil.
Los guayaquileños, los demás ecuatorianos, aun dentro del ambiente denso como efecto de la inseguridad, estamos convocados a celebrar al gran Puerto Principal; a abogar por su progreso sin trabas ni miedos.
El desarrollo de ciudades como Guayaquil repercuten en el del país entero.