Plan B

Juan F. Castanier Muñoz

Cuando se tiene una meta, es importante considerar que no haya un solo plan, una sola alternativa para llegar a ella, sino que en caso de que el primer procedimiento fallara, pues entonces se tenga listo “un plan B”, una segunda opción a la mano que permita superar el escollo. Y ello es lo que está sucediendo en el Consejo de Participación Ciudadana, donde el Alembercito, en quién “el innombrable” puso todas sus “complacencias”; lamentablemente, no acierta una. El concurso para designar al Contralor de la Nación es un ejemplo.

Arman un concurso con las reglas amañadas y con unos candidatos que, un poco más, y llegan al evento con una banderita del correísmo, un sánduche y una cola. Vienen las calificaciones de méritos, a unos les suben notas y a otros les bajan notas. Luego las pruebas escritas, las calificaciones de las mismas y ¡oh, sorpresa!, algo sale mal y no obtienen las mejores calificaciones los “auspiciados” desde Bélgica. Se escuchan gritos, lamentos, imprecaciones y un clamor urgente: “plan B”. El encargado es, otra metida de pata, el secretario de la Comisión Ciudadana, quién, a su vez, es asesor del Alembercito. Declara el ciudadano que queda anulado el concurso porque durante la prueba escrita se han producido…. ¡apagones! y que, estos apagones, denominados ahora “caídas del nivel de energía” (CANE), para evitar cualquier parecido o comparación con los “apagones” del CNE, han provocado irregularidades en el transcurso de las pruebas, en el registro de las notas y que han “hecho desaparecer” a seis postulantes.

¿Por qué será que en nuestro país se ha vuelto tan, pero tan difícil llevar a cabo un concurso limpio, sobre todo tratándose de la designación de autoridades de control?, más allá de la eficacia de las normas y de la calidad personal de los participantes, ¿no será que lo que daña, lo que pudre e invalida la legitimidad de estos procesos tan importantes, es la ambición de ciertos sectores políticos por “hacerse” de los entes de control? No queda ninguna duda, amables lectores. Las elecciones del próximo domingo nos dan la oportunidad de recuperar la decencia o volver a traerle a Carlos Pólit. (O)