Los ecuatorianos presenciamos los recientes acontecimientos de ingobernabilidad entre las relaciones ejecutivo – legislativo, de Guillermo Lasso y la disuelta Asamblea Nacional, que llevaron a Lasso a aplicar con primera vez la figura constitucional de la muerte cruzada. Dato no menor que debe considerar el flamante presidente electo Daniel Noboa, quien el pasado domingo se impuso a la candidata del correísmo Luisa González.
Apenas un año y medio de gobierno tiene Noboa para gobernar con un legislativo que no le es favorable en números. Ayer González hacía un llamado a dejar el odio y trabajar en unidad por el país, incluso ofreció los votos de su bancada -la más grande y consolidada- para apoyar las propuestas de Noboa, siempre y cuando estas no amenacen con privatizar entre otros, la educación y la salud, que, para las grandes mayorías del país, requieren ser de acceso gratuito.
El nuevo presidente deberá concentrarse en cumplir su oferta de campaña con altos índices de diferencia, que marque un antes y un después, sobre todo con respecto a la grave crisis de inseguridad, delincuencia organizada y narco política campante en el país. Lo más probable es que Noboa ejecute un gobierno pensando en la reelección presidencial en el 2025. Sin embargo, la Asamblea Nacional puede repetir la historia de constante obstruccionismo al ejecutivo, como sucedió con Lasso.
Noboa necesita una mayoría absoluta de 70 votos en pro de que sus leyes y propuestas sean aprobadas, mayoría que elija las autoridades de gobierno de la Asamblea y que sin duda deberán ser afines a su proyecto político, necesita llegar a consensos con los sectores no representados en el legislativo, que querrán levantarse en las calles, necesita ser pragmático y ejecutar soluciones inmediatas sobre los pedidos de la ciudadanía, seguridad primero, segundo acceso digno a la salud y tercero mejores oportunidades laborales, tres temas claros que le pueden situar muy bien con miras al 2025. (O)