Luego las elecciones se abre el camino para nuevas figuras políticas con la renovación generacional del proceso político.
La juventud ha triunfado y con ella Daniel Noboa elegido presidente de la República para que gobierne con decisión y eficacia, recupere la plena soberanía del Estado de Derecho y se garantice la paz y confianza ciudadanas.
En un proceso electoral marcado por el magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio hemos decidido conformar el gobierno que en gran medida debe contar con una Asamblea que en las especiales circunstancias que vivimos supere los esquemas de la mediocridad y realmente actúe al servicio de las necesidades fundamentales de la sociedad legislando y fiscalizando para fortalecer la democracia.
El presidente Noboa en el tiempo de gestión de un año y medio tiene la misión de ordenar el sistema institucional mediante la consulta popular que anuncia y potenciar la actividad económica en función de las necesidades sociales de la población.
En la perspectiva de la transformación institucional que requerimos una nueva generación se incorpora al ejercicio del poder político que, en un parangón histórico, emularía el proceso cívico de Jaime Roldós Aguilera también elegido cuando tenía 38 años de edad con proyecciones creativas y hoy el presidente Noboa anuncia un proceso de realizaciones concretas en salud, educación, infraestructura y servicios de calidad.
Un valor fundamental a practicar es y será el de la Justicia. Pensemos que en el orden social “dar a cada quien lo suyo” es la premisa para la Paz.
El trabajo, fuerza vital que impulsa el progreso debe ser practicado.
Multiplicando las fuentes de producción se genera riqueza de la mano del pleno empleo. Si tal objetivo se asume como la primera responsabilidad a cumplir, el presidente Noboa, tendrá tiempo para una gestión de largo aliento.
Todos debemos aportar para hacer posible una sociedad mejor. (O)