Colada morada, la bebida insigne de Cuenca

Hasta hace algunos años, en Cuenca lo común era tomar la colada morada el 2 de noviembre, en el Día de los Difuntos. Hoy las costumbres han cambiado porque la bebida se ha vuelto un alimento apetecido ni bien septiembre se acaba.

Si no haga un ejercicio: camine por el Centro Histórico de la ciudad, por sus mercados, adéntrese a las panaderías grandes y chicas, entre por los zaguanes característicos de las viviendas, pregunte por fundaciones o, simplemente, escriba “colada morada” en el buscador de Facebook.

Se sorprenderá de la cantidad de espacios físicos y virtuales que ofertan la bebida morada mucho antes de que llegue el 2 de noviembre.

Y precisamente por el número de lugares que venden la colada es que hay historias que pueden descubrir los comensales, porque, además del sabor, cada sitio guarda su manera de preparar y su razón.

He aquí un ejemplo: Elena Narváez, desde hace diez años, vende la colada morada en el mercado Tres de Noviembre. Ella empezó a prepararla raíz del fallecimiento de su padre. Cada vez que iba al cementerio, Elena veía cómo las personas preparaban y comercializaban la bebida.

“Para recordad a mi papá empecé a hacer la colada morada primero con mi familia. Cada 2 de noviembre yo hago la colada, invito a mi familia y pasamos una misa por mi papá”, dijo Elena a diario El Mercurio.

El hacer la colada no solo se quedó en el entorno familiar. Elena decidió también compartir la bebida entre las personas que día a día se pasean por el segundo piso del mercado buscando qué comer.

Fue así cómo, entre mediados de septiembre y principios de octubre de cada año, Elena ya tiene listas las ollas con colada morada para todos sus clientes.

La colada, una historia centenaria

La bebida morada tiene historia en Cuenca. Basta con pasearse por ciertos lugares y conversar con aquellas personas, cuyos ancestros ya hacían la colada para compartir en familia. Este es el caso de Carlota Vélez Villacis, quien regenta la panadería “Villacis”.

En el negocio, que se fundó en 1908, en la calle Borrero, entre Vega Muñoz y Sangurima, se vende el acompañante infaltable de la colada: la guagua de pan. Asimismo, desde hace una década, en la panadería se vende la bebida.

Sin embargo, Carlota recuerda que toda su vida la colada estuvo presente en el Día de los Difuntos.

“Es tradicional la colada morada. Nosotros empezamos a vender para que sea un complemento de las guaguas de pan que nosotros siempre hemos vendido en la panadería, pero la colada siempre estuvo en las casas de lo que yo recuerdo. Ahora es que se vende. Antes se hacían en las casas”, comentó Carlota.    

Entre la calidad y la innovación

Por esta proliferación de la venta de la colada morada, la bebida tiene sus propias características. Las personas que la elaboran usan las recetas familiares y, en medio de eso, tratan de agregarle su propio toque culinario.

Por lo menos así lo ha hecho Susana Tola, de la pastelería “D Mousse”. Desde hace 23 años, cuando abrió el negocio, empezó a vender la colada morada con las guaguas de pan.

“Nuestra receta es parte de la herencia familiar y parte de lo que hemos ido innovando. Lo que sí buscamos es que los productos sean de calidad. Que la fruta sea buena, que las hierbas que uno pone sean de calidad para que nos dé un buen sabor la colada”, explicó Susana.

Ya sea con la innovación, con recetas tradicionales o nuevas, con historias o con razones personales, Cuenca ha acogido a la colada morada como su bebida insigne para que propios y extraños la disfruten en cualquier parte de la ciudad. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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