A propósito de la guerra en Medio Oriente, el mundo trata de explicarse el por qué entre seres humanos nos aniquilamos, aseverando la concepción que “el hombre es el mayor enemigo del hombre”. Palestinos e israelitas sangran en un enfrentamiento que data de algunos años sin que haya poder mundial que pueda detener un conflicto entre seres humanos embrutecidos por la historia, religión, política, raza, pasiones y algo más que, emanan maldad, orgullo, prepotencia, ego e irracionalidad de seres llamados racionales en la escala animal.
Es imposible dar números de bajas por las guerras, pero sí es factible recordar al mundo la existencia de muchas víctimas inocentes, de manera especial, de niños que sufren las consecuencias de conflictos generados por adultos. La guerra deshumaniza, desensibiliza la presencia de víctimas inocentes: niños perdidos, quemados, ensangrentados, mutilados, y hasta manipulados y armados por poderes a seres indefensos que quizá nunca llegarán a comprender la voracidad del ser humano. Niños sin escuelas ni hospitales que han sido destruidos; inocentes desplazados de sus progenitores, huérfanos de padres, encarcelados y hasta niños explotados sexualmente o sometidos a trabajos forzados.
Lo que pasa en el Medio Oriente es una muestra más de la insensibilidad humana, que en alguna medida también se presenta en nuestro país, ante la desidia, el conformismo, la inoperancia y sobre todo el fracaso de políticos que ofrecieron todo, pero que al momento de irse, no mencionan escenarios tristes que se dan con nuestros niños, realidades producto de ofertas incumplidas, políticas inadecuadas, colaboradores ineficientes y hasta aprovechadores, que terminan por complacer egos, desatendiendo a niños víctimas de la inseguridad nacional, desnutridos, incomprendidos, maltratados, acosados sexualmente y hasta obligados a portar armas para convertirse en sicarios al servicio del crimen organizado, ante el apuro de irse de un mandatario incumplidor, dejando un trabajo harto difícil para el nuevo Presidente y muchas víctimas como madres y niños inocentes en un país del desconcierto. ¡LOS NIÑOS TAMBIÉN SON PAÍS PRESIDENTE DANIEL! (O)
