COLUMNISTA

Un parque entre ríos

Después de la Pandemia, tocó rehacer la vida y desde luego, parte de ella y muy especial porque lo hacemos desde hace más cuarenta años, madrugar al parque El Paraíso. El grupo ha crecido de amigos, ex compañeros de colegio, de la U, del trabajo, del barrio, de la jorga y del Paraíso a donde confluimos con la misma motivación. Con Jorge Carvallo, desde hace 50 años, por el gusto de caminar, respirar, por salud, por conversar y recordar.

El encuentro es cordial y apoteósico, hay ausencias que lamento, pero la alegría como el silencio son contagiosos y pronto estamos compartiendo una plegaria a la sombra de una acacia; mirando ríos con sus sauces, alisos y una diversidad de flora nativa y exótica también; los senderos recién lastrados y pulcramente conservados que es una delicia caminarlos; las pasarelas de madera rehabilitadas permiten caminar sobre el matorral y una panorámica diferente del entorno más allá de los ríos, los parques lineales y la ciudad crecida por todos los lados y trepando la colina de Gapal; diseños de islas vegetales y esculturas de rocas, los esbeltos gigantes eucaliptos que invitan a su sombra y un abrazo; el gimnasio y el patio de comidas, los puestos de frutas y el refrigerio grupal con batidos de sábila “algunitos”; la alegría del baile terapia, el silencio de la meditación y la sobriedad de las artes marciales; el hermoso gigante reloj, “caballo grande aunque no ande”; las canchas restauradas y las escuelas de futbol, clubes y colegios entrenando; y el caminero que las circunscribe prolijamente habilitado y una multitud circulando; el parqueadero con un guardián, amable, que mantiene el orden con mucho profesionalismo.

Los Guambras del Paraíso, como nos llamamos (70 años de edad promedio), estamos felices y muy reconocidos con el nuevo alcalde de la ciudad por la rehabilitación de este espacio de singular belleza paisajística y pulmón de la ciudad; vergel entre ríos, islas, confluencia y la compuerta en la memoria; espacio para caminar, hacer deportes o espiritualidad, para avistar aves e inventario vegetal, para leer, vagar y fotografiar o simplemente pasear entre amigos o en soledad. Por fin arreglado. (O)

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