Cuando el Ecuador requiere, como nunca, de consensos, unidad, de un bien estructurado plan para enfrentar los graves problemas y satisfacer demandas sociales justas, las amenazas de dirigentes de ciertas organizaciones están de más y por estarlas son reprochables.
El país no está para soportar la historia triste de los últimos años, cuando por tener agendas propias, oponerse a decisiones gubernamentales a lo mejor inoportunas; intentar medir fuerzas entre actores políticos, literalmente se lo terminó incendiando, con millonarias pérdidas económicas.
Hay un presidente electo por voluntad popular: Daniel Noboa. Ganó ampliamente en la Sierra, incluso en aquellas provincias donde una organización beligerante, extremista, al menos sus dirigentes, dice tener sus bases.
Exponer ahora, con advertencias de por medio, una agenda preconcebida, dirigida a continuar con el plan desestabilizador, impedir gobernar, ahondar la polarización y cumplir recados de fuerzas políticas siniestras, es censurable e indignante.
Esos dirigentes, más otros segundones disfrazados de analistas, de políticos dizque a favor de las causas populares, cuando en el fondo se guardan otros intereses, deben entender el momento crítico del país, un país arrinconado por el crimen organizado, la delincuencia común cada vez más avezada; con grandes brechas sociales, altas tasas de desempleo y miles de millones de dólares por pagar, sin contar con el tremendo hueco fiscal, escasas inversiones y los cada vez menos ingresos para el Estado, los potenciales efectos negativos de El Niño
Si esa realidad no se la ve con cabeza fría y todos se sientan a dialogar para buscar salidas a corto, mediano y largo plazo, el país seguirá de tumbo en tumbo.
El Ecuador no está para “Mesías” de poca monta, amenazantes, con delirio de ser poderosos; ahora hasta defensores de violadores y por ello quieren enjuiciar políticamente a la Fiscal General, la obsesión mayor de sus mentores.