Con 56 días de estiaje, a Cuenca no solo le queda pensar en agua para el momento. Le urge asegurar más fuentes desde dónde abastecerse del líquido, con una proyección hacia el 2050. Pero también sus habitantes están en la obligación de cuidar este recurso vital.
De no tomar medidas a tiempo, la situación se tornará más crítica y se vendrán los racionamientos. Ahora mismo ese riesgo está latente y Galo Durazno, gerente de Agua Potable de la Empresa Municipal Etapa, advierte que “si no llueve en estos días, la semana entrante empezaríamos con los racionamientos de agua potable”.
En esa búsqueda de soluciones, una opción que toma cuerpo en la Empresa de Agua Potable es la de captar y traer el líquido desde el río Moya de la parroquia Jima, perteneciente al cantón Sígsig. Este aporte ayudaría atender la demanda de zonas como Tarqui, Cumbe, Quingeo, Santa Ana y Victoria del Portete.
A propósito, en 2020 se inició la contratación de los diseños definitivos e incluso existieron recursos no reembolsables del Banco Alemán. Pero no llegó a concretarse y están pendientes diálogos-acuerdos con las comunidades de la zona y que, incluso, el aporte de caudal no será muy significativo.
Vladimiro Tobar, docente e investigador titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Cuenca, señala que “desde el punto de vista técnico sí es posible”. Pero considera que antes habría que lograr acuerdos con las comunidades de esa zona.
Por eso, la recomendación del catedrático es que, al ser Cuenca una de las ciudades del país más privilegiadas en fuentes de agua, se prioricen proyectos más cercanos, en las cuencas del Tomebamba, Yanuncay, Machángara y otras.
Dos Chorreras
Galo Durazno revela que una opción más rápida y concreta impulsada desde Etapa apunta a la laguna Dos Chorreras, en el Parque Nacional Cajas. “Allí tenemos un proyecto definitivo para la captación. Es fundamental porque sería una fuente opcional en épocas de estiaje y por estar en la subcuenca de drenaje más crítico”. De concretarse, permitirá aprovechar 200 litros por segundo.
Otra propuesta es para regular el caudal de la subcuenca del río Tomebamba. Esta sufre una variación drástica en el caudal (crecidas y reducciones rápidas.) por tratarse de una cuenca demasiado agredida.
De allí que, según Durazno, urge una recuperación sostenida y de unos 20 años de trabajo desde varios frentes. Significará adquirir propiedades desde Marianza hacia arriba, sembrar plantas nativas, evitar más construcciones. Vladimiro Tobar adiciona el impacto de las piscícolas existentes en el sector.
“Por cada metro cuadrado de construcción en esta zona se pierde un día de agua para seis personas cada año”, asegura el Gerente de Agua Potable.
Un proyecto que está listo para su ejecución es el de Soldados-Yanuncay, pero que “por temas políticos” y de oposición de las comunidades no se ha concretado. Con este se pudiera regular el agua en el río Yanuncay y lograr una captación de alrededor de 800 litros por segundo.
A esto se suma la regulación en el Machángara, a través de las represas de Labrados y Chanlud.
Con todos estos proyectos, Galo Durazno calcula que Cuenca tendrá asegurada agua mínimo hasta el 2060. “Eso se lograría trabajando con una serie de medidas complementarias desde la ciudadanía”.
Cada vez hay menos disponibilidad de agua, agravado por la agresión a los páramos y los efectos del cambio climático. “Antes se presentaban lluvias más continuas y menos intensas. Ahora ocurre a la inversa, además de la disminución en la capacidad de retención en las cuencas de drenaje”.
De allí que, es crítica la situación, a tal punto que, según Durazno, en estos días se ha quitado el caudal ecológico (mínimo) al río Tomebamba al captar todo el líquido para potabilizar y evitar racionamientos que afectarían a unas 100.000 personas, que son abastecidas desde la planta de El Cebollar.
La protección de los humedales
Es un proceso que Etapa encamina desde hace 30 años para el cuidado de las zonas estratégicas de recarga hídrica (que retienen de forma natural el agua). Entre las acciones está la adquisición de predios para incrementar el patrimonio con el objetivo de precautelar el provisionamiento de agua.
A tal que hoy se cuenta con 17.000 hectáreas, sin considerar las 28.544 hectáreas del Parque Nacional Cajas. Así, por ejemplo, en 1984 se adquiere una hacienda maderera para recuperar hasta lo que ahora es el Bosque de Mazán, con más de 2.000 hectáreas. Años después se adquirieron predios en las cuencas del Machángara y del Yanuncay.
Juan Carlos Quezada, analista en Áreas Protegidas de Etapa, resalta que esto posibilitó potencializar el cuidado de las áreas de conservación donde nacen los caudales de los ríos y zonas de captación de agua.
En Mazán solo fue necesario cercar la zona y cerrar el paso de la gente para que la naturaleza se regenere.
En otros espacios se restauró con especies nativas y se fomentaron alianzas con dueños de los predios aledaños para conseguir que se sumen a “los callejones de conectividad ecológica” (que ellos también cuiden sus áreas, mejor manejo de pastizales para su ganado y cultivos. Además, de evitar sus acostumbradas quemas de chaparro, ya que recuperarse de las secuelas toma entre 35 y 40 años.
CIFRAS
2.200
litros por segundo es la producción de agua potable con las tres grandes plantas de tratamiento de El Cebollar, Sustag y Tixán.
250
Litros de agua por día es el consumo diario promedio de cada habitante de Cuenca. La OMS recomienda 100 litros diarios.
“No solo se trata de captar y producir más agua potable, sino también de bajar pérdidas, optimizar el consumo humano y una serie de medidas”.
Galo Durazno, Gerente de Agua Potable
Textos: Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación Universidad de Cuenca