EL MERCURIO

Catalina Sojos

El mensajero alado de los dioses nos indica que el diario de nuestra ciudad está en vísperas de festejar un siglo de existencia y no dudamos en dejar sembrada, una vez más, nuestra palabra. Y es que la gratitud es urgente e indispensable porque el espacio que El Mercurio provoca llega como la lluvia y refresca el corazón. Repleto de memorias, cada línea diaria, cada vocero y su garganta llena de trinos, cada página vivida junto a los hermanos Merchán Luco nos llevamos en el corazón.

Grandes pensadores, filósofos, periodistas de primera línea pasaron como la arena por el cedazo de ese tiempo inmemorial y el esfuerzo diario de los personeros que saben brindar los más altos valores del espíritu a suscriptores, lectores y todos aquellos que amamos la palabra.

He aquí, amigo lector, esta carta llena de gratitud hacia El Mercurio que, como un Maestro, nos ha llevado de la mano por estos caminos azarosos de una Patria que no pierde la esperanza. Y porque es oportuno, justo y necesario, el reconocimiento total, allá van estos mil caracteres que nos acompañaron largos y fugaces años como la vida misma.

Nuevas voces llegan y comprendemos que el valor, la honestidad y el oficio imprimen, otra vez, esa huella escrita “con tinta sangre del corazón” ¡Felices, compañeros! (O)