Los racionamientos del servicio de energía eléctrica, cuya inminencia fue anticipada en febrero de 2023, pero asumida con desidia por el Gobierno, hunde peor al presidente Guillermo Lasso, quien se apresta a dejar el poder sin pena ni gloria.
Está entre los presidentes de la región peor evaluados.
En el área energética, la columna vertebral de la economía, haberse rodeado de colaboradores con etiqueta de “expertos”, hasta cierto punto ineptos, le pasa factura contraproducente, de total rechazo ciudadano.
Viajar a Colombia para, de alguna manera, “mendigar” la venta de energía eléctrica a su homólogo Gustavo Petro, causa desasosiego, cuando tuvo tiempo suficiente para tomar todas las precauciones del caso, comenzado por la urgente declaratoria de emergencia.
Pero no. Dejó tema tan delicado en manos de su ministro de Energía Fernando Santos quien, semanas atrás, culpó a San Pedro por la ausencia de lluvias, según sus atávicas creencias.
Un reportaje de El Mercurio publicado en su edición de este sábado libera de más cuestionamientos de fondo.
El sector productivo del Azuay está desesperado, como lo está el de todo el país. Y todos los ecuatorianos en general.
En resumen: el 80 % de las 120 empresa agrupadas en la CAPIA deben reprogramar sus actividades. Una empresa de producción de muebles, de 100 empleados, puede dejar de fabricar para la venta alrededor de USD 40 mil diarios.
Las cementeras, cerámicas y fabricantes de plásticos ubicadas en Cuenca no pueden apagar de un momento a otro los hornos, so pena de sufrir daños irreversibles. Esos equipos valen más de USD 10 millones, según lo advierte la CIPEM.
En conclusión, pierden todos. Incluso el crecimiento económico del Ecuador previsto para cerrar 2023 será mucho menor.
Las redes sociales se encargan de desnudar al Gobierno: desde rechazos contundentes hasta memes y caricaturas.
Pobre Gobierno: sin ideas ni políticas de Estado, peor liderazgo, y ahora sin luz.