La caricatura: una crítica a la acción e inacción de lo público en diario El Mercurio

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La crítica a las promesas incumplidas era parte de los mensajes de las caricaturas, como esta caricatura en la que se reclamaba la construcción del ferrocarril en Cuenca

Cada quien, con su propio estilo, con sus chistes y con sus mensajes ha dejado una impronta en las caricaturas que se han venido publicando en las páginas editoriales de diario El Mercurio a lo largo de los años.

La política, la cultura, la crítica social no han faltado en los trazos que los distintos caricaturistas han realizado de distintas maneras. De hecho, esas temáticas no han cambiado. Uno puede tomar un periódico de los sesenta o un periódico de hoy, y la problemática que muestran los dibujos es la misma.

Al menos así lo ve Jaime Lara, dibujante cuencano que entre los años 79 y 80 dibujó, diariamente, para El Mercurio.

“Si uno revisa los periódicos el tema es el mismo. Eso no ha cambiado en Ecuador. Lo único que han cambiado son los personajes. El mismo problema con un personaje distinto”, dijo Lara.

En los tiempos que Jaime dibujaba para El Mercurio, él tenía 23 años. Para él, esa época es una añoranza porque la generación era distinta. La tecnología, los estilos, la vida misma distaba de lo que vemos en el presente.

Jaime Lara fue uno de los caricaturistas de diario El Mercurio entre los años 79 y 80.

En su caso, Jaime dibujaba entre la mañana y la tarde. A veces el editor, que en ese entonces era Edmundo Maldonado, le daba un tema para que plasme en sus dibujos que trataban de ser sutiles pero contundentes con el mensaje.

“Siempre la política estaba en las caricaturas. Una política discreta, diplomática. Se hacía una crítica con cierto estilo, sin herir tanto, sin herir susceptibilidades”, recordó Lara, quien hoy es un reconocido artista por sus dibujos de iglesias y elementos insignes de Cuenca.

Exagerar lo exagerado

Otro artista que tocaba la política en sus caricaturas era Gerardo Machado, quien empezó a dibujar para El Mercurio en 1985. Para él caricaturizar a alguien o a algo no se trataba simplemente de dibujar.

“En la caricatura usted tiene que expresar toda una noticia que está en curso. A mí parece que se debía tener sapiencia, inteligencia, para dejar todo un mensaje en un dibujo. La caricatura es la exageración de lo exagerado, uno tenía que saber eso”, dijo Machado a El Mercurio.

El artista, para trabajar, se fijaba en algún elemento del personaje para exagerarlo. Allí residía la clave del dibujo. Un elemento físico, conceptual. Había que estar pendiente de la característica para engrandecerlo a través de los trazos.

Las editoriales siempre funcionaron para reclamar las acciones o inacciones de personajes públicos. Estas caricaturas pertenecieron a Gerardo Machado.

Lo que sí no hacía Machado era dibujar a mujeres. En su etapa como caricaturista entendió que a las mujeres no les gustaba que exagerasen alguna parte de su cuerpo en una caricatura. Por eso es que optó por solo dibujar a los personajes públicos, quienes a veces se reían, otras veces se enojaban.

Cambios generacionales

Se acercaba el fin del año 2001, y un joven llamado Rafael Carrasco, se convirtió en el nuevo caricaturista de El Mercurio sin saber que llegaría a mantener ese cargo hasta el presente.

Rafael llegó en una era en la que todo estaba cambiando. La llegada del internet, el auge de las computadoras y un nuevo siglo por descubrir.

Lo que no estaba cambiando eran los problemas del Ecuador. Dolarización, gobiernos inestables y políticos que huían. Y precisamente eso reflejó en sus caricaturas que hasta hoy se pueden ver día a día en las editoriales del diario.

Para Rafael los tiempos son distintos. En la actualidad, las caricaturas pueden viralizarse y pueden recibir una serie de elogios o críticas en un instante por intermedio de las redes sociales, a diferencia de lo que sucedía en el pasado en el que la gente tenía que comprar el periódico para ver los dibujos.

“Este rato los formatos cambiaron. Y hay que saberse adaptar a los cambios. Y para mí eso es una ventaja porque puede llegar instantáneamente a más personas. Si se viraliza se proyecta internacionalmente”, opinó Carrasco.

El caricaturista compara los dibujos que se hacen en las editoriales con los memes. La misma composición está detrás. La única diferencia es que la autoría de las caricaturas tiene nombre y apellido, mientras que los memes son anónimos.

Aun así, los dos elementos están para criticar y para hacer reír al público a costa de las acciones que dejan los políticos, los gobiernos de turno o las actitudes de personajes públicos. (I)