Reinventar la democracia

Hernán Abad Rodas

El hombre ha demostrado que es pasmosamente fecundo en recursos e inventiva en el plano de la técnica, pero estéril en el plano de la política.
La historia de la humanidad nos demuestra que, hubo gente que intentó remediar los males de un sistema creando uno nuevo, pero en el momento en que los males del viejo régimen fueron superados por los buenos del nuevo, surgieron inevitablemente otros males.

En una nación existen diversas necesidades y deseos que es menester satisfacer. Los individuos forman grupos heterogéneos y múltiples, cada uno de los cuales tiene sus propios ideales y objetivos. Idealmente el poder debería emplearse de manera tal, que refleje la voluntad de todos los miembros de la sociedad.

La democracia tiene sus defectos. La amenaza permanente al sistema democrático, estriba en la dificultad de elegir funcionarios públicos dignos. El gobierno constitucional engendra políticos, es decir, hombres y mujeres que hacen su carrera en la política; y por lo tanto llegan a ser profesionales en el arte de persuadir a los conciudadanos para que los lleven al poder y los mantengan en él.

Las democracias mundiales, especialmente las de Occidente, sean estas presidencialistas, monarquías parlamentarias o repúblicas parlamentarias, atraviesan indiscutiblemente por una crisis profunda.

La más antigua e icónica democracia del planeta, la de los EE UU., está demostrando un desgaste casi vergonzante ante la faz de la Tierra. Dirigida por un presidente que aparece con senilidad y poca lucidez, la conducción del Estado americano, muestra síntomas de debilidad, inconsistencia y poca generación de respeto, como el líder de Occidente.

Ni la gigante democracia estadounidense pudo librarse de los efectos del virus populista. Lejos del valor intelectual de políticos de antaño, Trump incitando al odio y la división, logró el apoyo de una importante proporción de electores que contrariando las tradiciones de legalidad e institucionalidad; apoyaron y siguen apoyando una forma de hacer política absolutamente inaceptable.

Pero el hecho que en la democracia de EE.UU. se presente un estado de cosas como el actual es el más preocupante de los síntomas de la enfermedad que vive este sistema occidental, pues quien lideró y modeló

 la vigencia de la división de funciones, de los pesos y contrapesos y de la seguridad jurídica; da muestras de grietas del sistema democrático actual, que nos hace meditar mucho en la incuestionable necesidad de reinventar este sistema, y perfeccionarlo, para lograrlo mantenerlo ante la gran revolución tecnológica y cultural del siglo XXI. (O)