Los desafíos que enfrentamos diariamente y que nos impiden desarrollar una conciencia de crecimiento, son aquellos que nos limitan a un estilo de vida basado en una perspectiva solo de dos y nos obligan a experimentar la vida básicamente como una dualidad.
Los eternos conflictos de la Luz/Dios versus las tinieblas/diablo, la opción entre la razón práctica o la razón pura de Kant, la filosofía China del yin/yang, la del bien y del mal, incluso las posiciones antagónicas entre Israel y Palestina, cristianos o musulmanes, son ejemplos que estarían dentro de una visión dual de la vida.
Gracias que la capacidad de entendimiento de la humanidad es muy amplia y nos permite ahora superar esta duplicidad con la claridad de una conciencia de “unidad” que se manifiesta como una fuente para crear y que nos guía hacia un proceso de renovación permanente.
La “unidad” como una opción evolutiva, es una acción no-dualística hacia una vida consciente e interconectada con el todo. Que con procesos innovadores y liberadores da respuesta efectiva a cualquier situación en pugna.
En este sentido, el conflicto actual entre Israel y Palestina debería ser abordado urgentemente desde una perspectiva no-dualística, que sería el resultado de una inteligencia creativamente humana, producto de un espíritu no-dividido ni reducido por la dualidad.
Así, en lugar de fomentar soluciones partidistas y de revanchas violentas, tendría que ser ventilado con políticas globales que opten por procesos y acciones que velen por la vida, los seres afectados, el planeta y la humanidad misma, en lugar de limitarse a defender criterios basados solo en quien tiene la verdad o la mentira.