El socialcristiano Henry Kronfle, a dos años y medio del primer intento, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional para un periodo similar al del primer mandatario electo, Daniel Noboa: un año ocho meses aproximadamente.
Esta vez la alianza entre el PSC y la Revolución Ciudadana no dejó escapar la oportunidad de dirigir la Asamblea, el Consejo Administrativo de la Legislatura y, a no dudarlo, las principales Comisiones, entre ellas la de Fiscalización; de Régimen Económico y Tributario; de Desarrollo Económico; de Justicia y Estructura del Estado; de Soberanía, Integración y Seguridad Integral.
Fue clave el acuerdo con Acción Democrática Nacional, el movimiento de Daniel Noboa, como antes aquella alianza la pretendió con CREO, del presidente Guillermo Lasso.
El tiempo revelará ententes, sobre todo aquellos no especificados a la luz del día. En toda negociación política siempre los hay, más allá de los difundidos como la de garantizar la gobernanza, reformar algunas leyes y códigos en pro de la seguridad, luz verde para la consulta popular planteada por Daniel Noboa, y, posiblemente aprobar la reforma tributaria en ciernes, no necesariamente para subir impuestos.
Kronfle, empresario guayaquileño, cuyo paso por la Asamblea disuelta, de alguna manera fue casi improductivo, está llamado a dar un giro de 360 grados en el manejo legislativo, actuar con tino político, con transparencia, sin prestarse a eventuales juegos turbios, tampoco a servir como alfombra ni del gobierno nacional ni de la alianza a la cual debe su elección.
Los graves yerros cometidos por sus dos últimos antecesores le permitirán perfilar su gestión, su relación con los demás poderes del Estado, aun con los otros bloques legislativos de minoría.
Deberá sintonizarse con las necesidades y urgencias de la república.
En ese contexto, posesionar el contralor designado Mauricio Torres, dirá mucho sobre el acuerdo del cual Kronfle lleva la bandera.