La posesión

Eduardo Sánchez Sánchez

Pronto, Carondelet recibirá al nuevo y joven Mandatario de elección popular que aspiramos dirija los destinos del País de forma acertada, seria, justa, ética, distanciado de intereses de grupo y velando por el bienestar del pueblo. Época muy dura, cuando el Ecuador se encuentra en una posición extremadamente difícil y los diversos grupos políticos nunca encuentran concertación, cuya única bandera sea la Tricolor y defender a tiempo completo los sagrados intereses de los eternos maltratados de la sociedad. Incentivar a tiempo completo la educación, la agricultura y fomentar la producción con calidad que no sólo sustente a los ecuatorianos (21 % desnutrición infantil). Enriquecer las arcas de la economía nacional, con el pago de impuestos y la satisfacción de los más caros intereses de los ecuatorianos.Presidente Noboa, el más joven de nuestra historia, con muy interesantes planes de reactivación económica, ya seleccionando un grupo de funcionarios en las diferentes carteras del Estado y buscando el aporte de economías europeas que nutran el crecimiento de nuestra casa nacional. Sí fuéramos honestos y no estaríamos vinculados a la corrupción, este país sin nieve invernal, con todos los pisos climáticos y con mucha gente joven preparada intelectual y técnicamente, debería despegar a un mejor futuro, que no lo hemos visto nunca y que tanta falta nos hace para salir de la eterna postración y combatir también al centralismo que degrada la calidad de la vida de muchos ecuatorianos que no habitan en la gran Ciudad. Que Daniel Noboa rompa con el incumplimiento en el pago de los impuestos y vigile la utilización de estos sagrados recursos para satisfacer las más importantes necesidades colectivas. Que el accionar del nuevo Presidente, sea el germen para su reelección luego de tan corto periodo de transición, y se siembre un nuevo País, con luz, esperanza y realidades para mejorar nuestro nivel en un rico Ecuador, empobrecido por los corruptos que salen prestamente de la celda a disfrutar de las mal habidas fortunas y en otros, se pasean fugitivamente por el mundo haciendo gala de su sinvergüencería. (O)