La trampa de la comparación

Cecilia Ugalde Sánchez

Los seres humanos tendemos hacia las comparaciones, pero como Theodore Roosevelt dijo, “la comparación es el ladrón de la alegría”.  Admitámoslo, todos en algún momento hemos caído en la «trampa de la comparación».  En el mundo mediatizado actual, viajes, logros, perfección aparente, hacen que caigamos en la tentación de medir nuestras vidas con las de los demás. Pero la comparación no solo nos roba la alegría y atrapa en las garras de la cochina envidia, sino que es una maestra ilusionista que nos hace creer en una realidad que con frecuencia está distorsionada ya que muchos momentos menos agradables entre viajes, logros y perfección aparente no se comparten en redes sociales.

La comparación se nutre de la divulgación selectiva, destacando sólo los mejores fragmentos de la vida de los demás y ocultando convenientemente los más oscuros. Para acabar con este estafador de la alegría es necesario reconocer que lo que vemos en redes sociales no es toda la historia y que detrás de los momentos perfectos todos tenemos momentos menos glamorosos en los que nos regamos el café, amanecemos con ojeras e incluso esos secretos culposos como de vez en cuando pegarnos una maratón de vídeos de gatos.

En lugar de compararnos con las versiones idealizadas de los demás, centrémonos en nuestro propio viaje, sí, en ese viaje único, glorioso, desordenado y sin filtros, porque, seamos realistas, la vida es demasiado corta para preocuparnos por estar a la altura de los mejores momentos de otra persona. Aceptemos nuestras peculiaridades, riámonos de los absurdos de la vida y recordemos que cada uno puede luchar por sus metas y construir el mundo al que aspira.

Que las comparaciones nos sirvan de inspiración y no nos roben la alegría. (O)

@ceciliaugalde