¿Qué nos depara Papá Noel?

Bladimir Proaño

Con el final del año, los agentes económicos suelen contagiarse del espíritu navideño. Los empresarios corren a beneficiarse de la estacionalidad de los tres mejores meses del año; ya que, en términos históricos, el último trimestre del año, las ventas suelen incrementarse. Uno de los detonantes es el pago del XIII sueldo, que la mayoría de los asalariados no destinan al ahorro, sino al gasto, incrementando la demanda de casi la totalidad de bienes y servicios e impulsando el consumo de los hogares, que, hasta el segundo trimestre de 2023, este gasto aportó un 4,3 % al crecimiento económico, y el del gobierno un 6,4 %.

En las últimas semanas, parece que se está observando un moderado aumento de las tasas de interés y una caída del financiamiento empresarial, pero no precisamente por el mayor costo, sino porque desde nuestro punto de vista, la inversión privada no es una decisión que los empresarios la quieren hacer por la coyuntura política que se vive, y tampoco el Gobierno tiene los fondos para empujarla, y son aquellos recursos que no circulan por el sector financiero desalentando el fondeo y el ajuste del precio del dinero.

El aumento de la inflación ha sido silencioso porque la gente con capacidad de compra, sea por beneficios salariales, sea por la dinámica de la economía subterránea, y no ha parado el gasto y siguen comprando, se observa en la demanda de bienes/servicios como autos, ropa, restaurantes, hospedaje, etc., que presentan una mayor demanda “sin importar” el precio, demostrándose que se tratan de bienes elásticos y se presume que se han adquirido con crédito (crédito consumo), ya que en el sistema financiero se ha incorporado al tercer trimestre de 2023, 49.805 nuevos clientes que accedieron por primera vez a un crédito en 56.897 operaciones por un monto de USD195 millones.  De todas formas, el riesgo principal no reside en la inflación sino en el crecimiento económico. La economía, afectada por los tipos de interés más elevados desde hace varias semanas y unas duras condiciones financieras, no tan compatibles con recesiones del pasado, se encuentra en proceso de desaceleración y será precisamente en las próximas semanas, cuando veamos las peores consecuencias, sobre todo si el estado no se pone al corriente con los proveedores y contratistas, ya que en el sector financiero se acrecentaría la morosidad sin la posibilidad de relajar la tasa de interés. (O)