Carmen Malo dio un ‘salto’ al tiro y fue a tres Juegos Olímpicos

Carmen Malo (C) coordina con sus colegas Belén Carpio, Marcia Espinoza y Geovanny Mayancela las competiciones de las Jornadas de Integración y Deporte de las Escuelas y Colegios Particulares de Cuenca. Foto El Mercurio/Bolívar Sinchi

La familia de Carmen Malo lleva el tiro al blanco en la sangre. Apenas tenía 10 años cuando le enseñaron a disparar con rifle. Su papá Alejandro Malo Harris (+) era un gran tirador y presidía el Comité de Tiro Olímpico del Azuay.

Desde pequeña siempre fue alegre, hiperactiva. Practicaba gimnasia, básquet, pero le encantó más el atletismo. A los 14 años integró la selección provincial y durante cinco años fue campeona nacional de salto alto.

Después de contraer matrimonio, a los 19 años, empezó a trabajar en una entidad bancaria. Aunque se había alejado del deporte, retornó para competir en los Juegos Nacionales ‘Ambato 1992’. Ganó la medalla de oro con un salto de 1.55 metros.

Cuando tuvo a su primer hijo pensó en dedicarse de lleno al hogar, pero “nací para competir”. Un día fue al polígono y le pidió a su padre que le enseñe a disparar con pistola de aire. Luego también le enseñaron con arma de fuego. Tenía 23 años. En su primer campeonato nacional obtuvo la presea de oro.

En el tiro entrenaban una semana antes de alguna competencia. Yo empiezo a entrenar todos los días, de dos a tres horas, con mi papá y con el entrenador Ernesto Vásquez… La gente vio que si no entrenaba todos los días no podía ganar.

Carmen Malo rememoró su época atlética durante el campeonato máster de 2014.

Ciclos olímpicos

Malo asistió a tres ciclos olímpicos completos. En los Juegos Panamericanos ‘Winnipeg 1999’ clasificó a los Juegos Olímpicos ‘Sidney 2000’. “Fue las mejores olimpiadas que tuve porque fui feliz. Quedé en el puesto 21. En puntaje era la número 10 porque había muchos empates encima de mí”.

En los Juegos Olímpicos ‘Atenas 2004’ vivió una pesadilla. Los dirigentes le apoyaron, “pero me sacaban en cara todo el tiempo”. Tanto se sintió presionada, que no paró de llorar desde el primer momento que empezó a disparar. “No quería terminar la competencia, quería irme… estaba totalmente acabada”.

Tras la amarga experiencia “dije nunca más me puede volver a pasar esto porque el tiro para mi es una pasión”. En los Juegos Olímpicos ‘Beijing 2008’ volvió a disfrutar de la competición, no sin antes pasar un gran susto.

“Las armas se perdieron, se habían ido a otro lado. Pasé una semana sin entrenar. Al fin llegaron y pude competir”.

Despedida del alto rendimiento

En 2011 le dijo adiós al deporte de alto rendimiento y se dedicó a la docencia. Haberle llevado al cuerpo al límite durante los entrenamientos, trajo sus consecuencias. “No sabe cómo me duele las rodillas, los codos, los hombros”, más cuando hace mucho frío.

Yo era loca en el atletismo. El entrenamiento terminaba a las 17:00, pero no me iba a la casa hasta intentar pasar una altura que no me resultaba fácil hacerlo. Mi entrenador me acompañaba porque decía que no me podía dejar sola en el estadio. Esa tenacidad te lleva a ser el mejor.

Su nueva faceta empezó como profesora de Cultura Física en la Unidad Educativa Particular Pasos. Hoy es la Coordinadora de Deportes. “Me retiré del tiro al blanco porque no podía darle el tiempo completo y no iba a ser productiva”.

En dos oportunidades intentó retomar el deporte, pero “el polígono de Ucubamba estaba acabado. La persona que trabajaba ahí había puesto cuyes en las oficinas, no podía sacar el blanco para disparar, entonces me despeché y nunca más volví”.

Representé en varias ocasiones al Ecuador, pero me encantaban las competiciones nacionales porque yo adoro a Cuenca, por eso creo que me entraba más la gana de ganar.

La lectura, su gran compañía

“El deporte me dejó muchísima disciplina y aprendí a ver el lado amable de todo. Siempre digo que uno debe crearse los momentos que le hacen feliz”.

Carmen tiene 51 años. En su hacienda practica tiro de forma recreativa. Incluso hace competencias internas con sus hijos María José, de 27 años, y Alejandro, de 30.

La primera practicó cheerleading. El segundo tenía talento para el salto con garrocha, pero optó por retirarse porque no soportó la presión de las competiciones.

Siempre fue una aficionada a la lectura. Las obras de Carlos Cuauhtémoc Sánchez le fascinan porque incentivan el positivismo y la superación del ser humano.

‘La fuerza de Sheccid’, ‘Sangre de Campeón’, ‘Sangre de Campeón Invencible’ son algunas de las que recomendaría a los jóvenes.

En sus competiciones, cuando le tocaba descansar, su mejor pasatiempo era un libro. También le gustaba escuchar música ‘movida’ en los audífonos que desvíe su atención de lo que ‘cantaban’ los árbitros sobre el accionar de otros disparadores.

Confiesa que un Sudamericano le dio buen resultado. “Hizo que me enfoqué solo en mí y gané la prueba. Quise hacer otra vez y no pude (sonríe). Eso es el deporte, uno cree que encontró la fórmula que le va a hacer ganar siempre y no es así”.

Detalles

  • En 1983 integró la primera promoción de la Academia de Baloncesto de Raúl ‘Gato’ Ortega a quien resalta junto a Fabián Larriva (atletismo) y Ernesto Vásquez (tiro) como los entrenadores que más la ayudaron a mejorar y salir adelante.
  • En 2002 obtuvo la medalla de oro en pistola deportiva individual, y plata por equipos, durante los VII Juegos Sudamericanos que se realizaron en Brasil. Dicha competencia la dedicó a su padre que había muerto un años antes.