Anais Nin fue hija de padres cubanos, nacida en Francia. A los diez años de edad su padre abandonó a la familia y la mamá llevó a sus tres hijos a Nueva York. Fue entonces que escribió una carta a su papá expresando la desesperación y el dolor que le causó su abandono. Pero nunca la envió. Sin embargo, ese hecho marcó el inicio de la escritura de su diario con el que se haría famosa años más tarde.
En 1923 se casó con el banquero Hugh Guiller. Vivieron en París donde Nin terminó su primer libro: “La intemporalidad perdida” que fue rechazado por las editoriales. Su primera obra publicada se tituló: “Un estudio no profesional”, un ensayo crítico sobre la obra del escritor inglés D.H.Lawrence.
A la par de la escritura, se interesó en el psicoanálisis, estudiándolo con dos maestros compañeros de Freud que a la vez fueron sus amantes.
En 1939 se trasladó a Nueva York con su esposo, donde intentó ejercer el psicoanálisis sin buenos resultados. Las historias de sus pacientes la atormentaban.
A los 44 años se casó con el exactor Rupert Pole, diez y seis años menor a ella. Anais practicó la bigamia. En Nueva York le esperaba su primer marido, Hugh -quien no sabía del otro esposo- y en Los Angeles, Rupert. De estas vivencias nació su obra “Ciudades Interiores”. Siempre desafió a las convenciones sociales y literarias de su tiempo. Fue una escritora vanguardista que escribió literatura erótica prescindiendo de pudor, indagando sobre la sexualidad femenina muy censurada en aquella época. En su novela “Corazón cuarteado” Nin aseguró: “Debo ser una sirena. No me asustan las profundidades, pero sí temo a la vida superficial”.
Cuando completó las 35 mil páginas manuscritas de su diario, decidió exponer ante el mundo una parte íntima de su vida. En 1966, publicó los primeros volúmenes bajo el título “El Diario de Anais Nin”. Fueron un éxito. Alcanzó la fama a los 63 años. Todo esto coincidió con la ola feminista y fue invitada a dar conferencias por todo el mundo. Luego de su muerte, en 1977, su esposo Rupert publicó los volúmenes restantes.
Anais Nin es reconocida como una pionera de la literatura erótica. En una página de su diario, se lee: “Tengo la ambición, y sé que lo conseguiré, de escribir de forma clara acerca de cosas impenetrables, sin nombre y habitualmente indescriptibles. De dar forma a pensamientos evanescentes, sutiles y cambiantes”. Sin duda, lo consiguió. Sus palabras encandilan hasta hoy la epidermis de sus lectores. (O)