Diciembre: entre avatares y esperanzas

Aníbal Fernando Bonilla

La escalada vertiginosa de doce meses concluye con aristas pendientes en el calendario, más, cuando se cierra un ciclo cronológico. Así, se puede avizorar una deuda irresuelta sobre los daños proferidos al medio ambiente y la falta de respuestas contundentes por los gobernantes de turno. En una de las encíclicas del papa Francisco se alude a la preservación de la “casa común”: “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos […] Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas”.Por eso, y otros aspectos, es momento oportuno para exhortar al mundo que la solidaridad sea huella palpable en el camino fijado. La cultura del descarte, -tal como lo define el máximo representante de la Iglesia católica- se impone en una sociedad veloz y voraz en sus cauces consumistas. En esta temporada se evidencia un insaciable intercambio de bienes y productos que desdicen la esencia navideña. La frivolidad y el despilfarro se adueñan de una festividad que debería encauzarse en otras simbologías que se acerquen a la ternura y a la fraternidad. Sería inexcusable no redescubrir -en la familia, en la escuela, en el barrio, en el trabajo, en el gremio- el significado cardinal de la celebración de Navidad.Hay que vencer aquella cultura del egoísmo -descrita por Frei Betto- que aturde los sentidos y la riqueza espiritual del hombre en perjuicio de los demás. La corrupción en esferas del poder, las guerras, la violencia, el fundamentalismo religioso, las oleadas migratorias invocando renovadas opciones de vida aunque aquello ocasione la propia muerte de miles de personas inocentes, el negocio ilegal de drogas, son elementos de un entramado social que despoja la esperanza desde duras realidades no ajenas a mezquinos intereses, impotencias y pesares.     El tiempo que nos ha correspondido transitar -lleno de avatares y anhelos- también tiene por opción revertir las dificultades como tarea fecunda en lo venidero, en donde haya razones suficientes y excelsas de existencia humana. (O)