Consumo de alimentos y bebidas, incluida el agua que necesitan los seres vivos. Se inicia con la lactancia junto a la Madre, que además de nutrición material, entrega una gigantesca cuota de amor, anticuerpos, calor y energía vinculante con el descendiente o el ágape con los invitados.
Considerados energéticamente contribuyen al crecimiento, desarrollo y mantenimiento de un organismo, nutriendo cada segmento, desarrollando inmunidad y fortaleciendo nuestra presencia. Lo que usualmente no consideramos, es lo más interno, que es alegrarnos de adquirir la energía que nos permite conectarnos con el mundo externo y crecer en presencia. El compartir alimentos es lo más noble aún, cuando podemos intercambiar con los compañeros de ingesta, en mesa larga como sucedía con las casas grandes de antaño, donde también alimentaron la tertulia, el aprendizaje, el cariño familiar, las recetas de gastronomía que con corazón las había preparado la abuela, precisamente haciendo honor a la esencia de hogar, en donde se cuecen los alimentos y se cultiva el cariño, se almacenan los sabores y aromas en la despensa de los gratos recuerdos desde la infancia y juventud, hoy pilares de nuestras historias, cuando hay familiares que se distinguen por sus habilidades a punto de alcanzar una estrella Michelin, como sucedió con Carolina Sánchez R.
Disfrutar por comer para vivir y no lo inverso. Vivimos una revolución en gastronomía, sin educación prima el volumen o el peso y no la calidad y correcta cantidad, de suerte tal que las mayorías alteran su peso por carencia de conocimiento o adulteración de conceptos. Hoy, así como encontramos un drástico conflicto de desnutrición en la niñez, así también un gran segmento de la población en sus primeros estadios agrede su salud con un marcado conflicto de sobrepeso infantil, diabetes, etc. por ingerir comida chatarra. La actividad física normal es imprescindible para mantener la salud, de otra manera, envejecemos el cuerpo y agobiamos hasta el ánimo. (O)
