Podría pensarse que nada tienen que ver esta enfermedad y la ciudad sede del gobierno de la iglesia católica, pero en la difusión de aquella mucho han influido, de manera negativa, algunas erradas políticas pontificias y, sin embargo, uno de sus principales responsables ha sido considerado como Santo, con lo cual esta categoría se desprestigia más aún.
Fue en 1989 que Juan Pablo II, ante una asamblea de médicos e investigadores reunidos en el Vaticano, habló sobre el SIDA. Aunque antes se le vio abrazar a un niño que sufría el mal y había pedido compasión para las víctimas de la epidemia, se manifestó en contra del uso del preservativo con el argumento de que es un recurso que “viola el sentido auténticamente humano de la sexualidad” (inentendible y absurdo). Confusas palabras que causaron profundo desasosiego en el mundo entero.
Luego en 1990 y 1993 en Tanzania y Uganda, dos de los países más afectados por ese mal, repitió el mismo planteamiento y afirmó que la castidad era la única forma de evitarlo, sin excepción, ni siquiera en el caso de parejas no casadas asintomáticas, cuando ocho de cada diez ugandeses estaba infectado por el virus. En contradicción abierta con la ONU luchó contra la prevención del mal mediante preservativos a pesar de que es la forma más adecuada y segura de evitar los contagios..
Con estas desacertadas intervenciones, no solo se consiguió la propagación más rápida y extensa del SIDA y otras enfermedades como sífilis y gonorrea sino que aumentó aceleradamente la natalidad en países en los cuales la hambruna ha sido un espantoso mal con crecimiento incontrolable. En el África subsahariana el virus se propaga sobre todo por relaciones heterosexuales (Michel Sidibé, Director General de ONUSIDA). Cada quien debe opinar sobre lo que conoce y no en lo que ignora.
En 2009 Benedicto XVI, opinando sobre temas que desconocía, afirmó que “el preservativo agrava el problema del SIDA” Esta absurda y anticientífica afirmación causó escándalo mundial y fue objeto de burlas, pero el mal estuvo hecho en África. Siempre ha bastado que un cura fuera favorable al uso del preservativo para que pierda toda esperanza de llegar a obispo. (O)