Desde que la tierra es y la historia lo sanciona, la conducta es la misma. Una clase dominante y otra dominada y por ende menesterosa, que con su sudor mantiene opulencias de la oligarquía, ávida e insaciable. Versalles y la Bastilla cayeron en épocas modernas por estas distorsiones maléficas de desigualdad humanas y llegamos a nosotros con igual disturbio. Hoy el flamante gobierno de Noboa, no termina de sentarse en el sillón presidencial y de lidiar su primera desilusión con doña Vero la vicepresidenta y ya intenta cargar al pueblo un impuesto en las transacciones de inmuebles, que, mejoraría su panorama económico horrendo y heredado del anterior gobierno, que no dejó tan siquiera lo mínimo para pagar sueldos del primer mes de la burocracia y con cifras monstruosamente alarmantes que no serán nada fácil de arreglarlas. Ingresarán recursos a las arcas fiscales, si, pero para el pueblo de clase media significará obstáculo importante para poder adquirir su casa, necesidad y derecho elemental de todo ciudadano y su familia.
La política en todos los tiempos, se aferró a la mentira y la demagogia para continuar engañando al ingenuo pueblo. Muy frescas las retóricas de los candidatos que ofrecían maravillosas estrategias para reflotar el país, pero una cosa es cacarear y otra muy distinta poner huevo, como se dice vulgarmente. Diferente y más justo sería recurrir a los grandes negocios corporativos que ganan millones y esconden sus tributos, como telefónicas y comunicación, banca que nunca pierde, exportadores e importadores, etc para que paguen lo justo, como es el mismo caso de la mayor fortuna del país, el grupo Noboa de nuestro presidente, que miente desfachatadamente en su declaración patrimonial, en la que dice tener una casa de uno y medio millón de dólares como único bien importante y 2.400 en cuentas y 400 dólares en acciones, con un patrimonio total de 662.664 mientras viaja en avión privado él y su familia. Doña Vero no se queda muy atrás con su declaración de patrimonio de 1.620 dólares en total. Mienten por cada diente. A muchos ciudadanos comunes de la clase media, nos asalta la idea de hacer un pequeño esfuerzo y darles a los mandatarios un estipendio mensual que les ayude a vivir, pues alguien que tiene 400 dólares de acciones, tendrá que ser en una sociedad de ínfima cuantía que genere centavos de ganancia, mientras mantienen un ejército de guardaespaldas privados y caravanas donde regalaban cosas desde la tarima. ¿De dónde sacará Danielito para todo aquello? (O)