El espíritu navideño lo inunda todo. Más allá de la religiosidad, se vuelve una época de encuentros, solidaridad y amor por los otros.
Semanas en las que la gente circula más de lo habitual, para encontrarse, comprar, regalar y recibir, es la temporada más consumista el año, en la que las diferencias económicas y sociales se exacerban, pero al mismo tiempo en la que afloran en la mayoría sentimientos entrañables y de comunidad.
El Festival de Luces del jueves 7, fue ese espacio de encuentro, en el que las diferencias antes señaladas se diluyeron. En el Centro Histórico de la ciudad una enorme multitud de personas nos congregamos a disfrutar del espectáculo de iluminación que embellece aún más la ciudad y sus símbolos, el show de drones en el cielo fue la sorpresa mayor.
Los niños de todas las edades disfrutamos del encendido de faroles y luces, la música y los bailes tradicionales.
La recomendación, peatonalizar todo el Centro para hacerlo más amable; y el llamado a la gente, que no vaya en vehículo. (O)