Del latín tenemos considerables raíces de palabras que, a pesar del paso de milenios, nos avivan nuestra lengua y tradiciones. Atribuí decir que son considerables, no solo por cuantía, sino porque consideran subconceptos en sus composiciones. Adventus, significa “llegada,” pero su etimología (es decir, la forma de su origen y significado), se combina de: -ventus, que es del verbo venire y del que derivan varias palabras: venir, ventura, devenir, intervenir, etc.; y, del prefijo ad- de a, o hacia. Se advertiría entonces, una suerte de que no solo alguien llega, sino más bien es alguien que elige venir hacia cada uno de nosotros, dirigido o destinado, pero con cierta misión. Podría ser también simplemente una sabiduría reflexiva que viene a nuestras mentes.
La tradición de adviento, es encender una vela por cada domingo en las 4 semanas previas al día de Navidad. En países europeos, desde hace muchísimos años se lo hacía también a modo de abrigar e iluminar en los días más oscuros del invierno. Es encender la esperanza, pero también, y, sobre todo, se trata de preparación y reflexión sobre nuestras acciones y tiempos.
El conocimiento, los valores, la ética y la moral, nos hacen meditar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Esos pensamientos, permiten reconocer nuestra impotencia ante grandes problemas y tristezas. Es paradójico que hoy se “celebre” un año más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en Gaza continúan los bombardeos muriendo niños, mujeres y hombres que pasan sin agua, sin seguridad, sin libertad de movimiento. Entonces, confirmamos que aún hay mucho por reflexionar. Aún hay tantas velas por prender, y caminos de luz por encontrar.
Que nuestros pensamientos, deseos y sentimientos se eleven a pedir paz, respeto, unión, cariño. Que la reunión organizada para el próximo viernes, valga para reforzar la amistad y no la hipocresía. Que el intercambio de regalos conlleve el “detalle pensado para la otra persona” y no el valor material. Que el vino servido en las cenas brinde por el amor, pero que prevalezca el llegar a casa en armonía con la familia. Que cada uno de nosotros, sea luz para alguien más. Que sea un Adviento de preparación sincera para recibir con gratitud, humildad y compromiso la bienaventuranza que está por llegar. (O)